Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1065

Cuando Ana intentó retroceder, Alejandro la atrapó por la cintura.

Entonces, le plantó un beso.

Ana, sorprendida, intentó empujarlo con fuerza.

Sin embargo, Alejandro era sorprendentemente fuerte y no se inmutó a pesar de los golpes de Ana.

Eventualmente, las manos de Alejandro incluso se deslizaron por la curva de su cintura.

El delgado vestido no pudo ocultar el calor de sus palmas.

El vientre de Ana también se calentó.

Los dos conocían demasiado bien el cuerpo del otro.

Sabían exactamente qué hacer para dejar al otro sin fuerzas.

Ana respiraba con dificultad.

—¡Estás loco!

¡Este hombre no tiene límites morales!

Al ver a Ana roja de ira insultándolo, Alejandro simplemente se rió, aún más feliz que antes.

—Al verme comprometerme con otra, te pusiste celosa, aún me quieres —dijo Alejandro con una seguridad abrumadora.

Ana alternaba entre el rojo y el blanco en su rostro: —Sí, te quería. Hasta hoy te quería, pero ahora ya no. He borrado completamente tu lugar en mi corazón.

Se llevó la mano a la boca con fuerza.

—No me beses con la boca con la que besaste a otra; me repugna.

Incluso limpiarse la boca no fue suficiente.

Aprovechó la oportunidad para empujar a Alejandro y planeó ir al baño a lavarse los dientes.

Alejandro la agarró del brazo.

Sus ojos oscuros brillaban como estrellas.

—No te apresures a limpiar, mira esto.

Luego Alejandro continuó: —Creo que la abuela Ruiz está siendo manipulada. Recuerdo que mi abuela me dijo que la abuela García te había dado su última predicción, entonces, ¿por qué la abuela García predijo que no revivirías tus pesadillas? Algo está pasando aquí, alguien quiere vernos divorciados y no quiere que te involucres en los asuntos de ciudad A.

Ana: —Entonces...

—Así que el compromiso de hoy lo arreglé ayer a último minuto. Valentina Vargas no siente atracción por los hombres; nos estamos utilizando mutuamente por ahora. Su familia también enfrenta algunos problemas, y espero que puedas ayudarlos en algún momento. No están en ciudad A, así que no te preocupes —volvió a decir Alejandro.

Ahora su voz era suave pero firme.

Desde la noche anterior hasta ahora, había organizado todo en un breve lapso.

—Nunca pensé en divorciarme de ti —La voz de Alejandro se endureció de repente, y sus ojos oscuros se llenaron con la imagen de Ana.

Ana sintió un temblor en su corazón.

Él...

—Intentemos gustarnos el uno al otro, ¿qué te parece? —dijo Alejandro nuevamente.

El presidente Alejandro, con su actitud siempre imponente, en ese momento, al hacer la propuesta, dejó de lado su tono autoritario y añadió un matiz de súplica.