Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1120

Alejandro: —Tranquila, no podría hacer mucho en ciudad A.

Ana también sabía que, dada la situación actual de Nuria, definitivamente no podía hacer mucho en ciudad A.

Pero le preocupaba que Francisco volviera a ser engañado.

Sentía algunas malas premoniciones.

—

En la habitación del hotel.

Nuria observaba a Francisco, quien ya estaba dormido.

Sus facciones eran severas y distinguidas, y a pesar de no venir de una familia adinerada, había logrado forjarse una carrera en ciudad A gracias a su esfuerzo.

Nunca mostraba inferioridad frente a nadie, a pesar de su origen humilde. Era modesto pero con fuerza, y extremadamente capaz.

Valoraba las promesas y la lealtad hacia las personas que lo rodeaban.

Durante el tiempo que estuvieron juntos, él la amó con todo su corazón.

Aunque no podía ofrecerle el estatus y el prestigio que Alejandro podría darle a una mujer, él le ofreció un amor sincero y dedicado.

Lamentablemente, ella misma dañó ese amor.

Desde que terminaron, cada día se arrepentía más clara y frecuentemente de lo que ocurrió, y recordaba los momentos que compartieron.

Su amor era puro y hermoso.

Ahora, solo podía observarlo con codicia.

Él era demasiado despiadado.

A pesar de haber pasado mucho tiempo sin verse, cuando se reencontraron, él cruelmente la trató como a una extraña.

—Francisco, ahora me doy cuenta de que te amo —dijo ella.

Lo miró fijamente, con voz suave.

Veía que el celular de Francisco, que estaba a un lado, seguía parpadeando con la pantalla activa, mostrando claramente el nombre de Ana.

Ana no había dejado de llamar a Francisco desde hace un rato.

—¿Tan buena es su relación? —Nuria decía con una sonrisa amarga.

Parecía que estaba esperando a alguien.

Si no fuera porque había bebido...

Nuria ocultaba su tristeza con una sonrisa amarga: —Francisco, me arrepiento. Sé que después de nuestra ruptura, tú nunca lo lamentaste ni consideraste volver conmigo, pero... te amo. Esta vez, soy yo quien se acerca a ti, quien corre hacia ti sin importar nada.

Justo cuando estaba a punto de inclinarse para besarlo, el celular de Francisco, cuya pantalla acababa de apagarse, se iluminó de nuevo.

Esta vez no era el nombre de Ana.

Era un desconocido "tonta".

Tonta...

El rostro de Nuria cambió.

Ella contestó con vacilación.

De repente, escuchó la voz tierna y suave de una chica que podría derretir corazones a través del teléfono.

—Francisco, ¿no estarás atascado en el tráfico, verdad? ¡Te he estado esperando media hora! Si no vienes ya, me iré. Hoy le pedí permiso al editor para no actualizar, especialmente para estar contigo.