Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1175

El transcurrir de los años habían transformado a Patricia, quien había experimentado demasiado, convirtiéndola en una persona distinta.

Más serena y menos ostentosa y arrogante que hace unos años.

El carácter de una persona no cambia en lo absoluto.

A veces, la expresión de su rostro y sus ojos revelan los verdaderos sentimientos internos.

Ana acababa de bajarse del auto cuando Patricia de repente se acercó a ella de inmediato.

—¡Por fin te esperaba!

Al ver a Ana, el corazón ansioso de Patricia se tranquilizó al instante.

Para ser honesta, no estaba segura si Ana vendría.

Después de todo, muchas cosas habían cambiado en estos años, la ciudad A de ahora no era la misma de hace tres años, y por supuesto, ella tampoco era la Patricia de entonces.

—Vamos, entremos a ver. —Ana le hizo un ligero gesto con la cabeza a Patricia.

Mientras caminaban directo hacia la villa, Patricia relató algunos detalles sobre lo ocurrido durante este tiempo.

Los afectados habían sido el abuelo de Patricia, Melchor, y un tío suyo.

Ambos presentaban los mismos síntomas.

Por las noches, parecían transformarse en otras personas: irritables, desvelados e incluso solían maldecir en sueños incesantemente.

Y a veces solo podían dormir una hora.

Esta situación de no dormir bien y el insomnio se habían convertido por completo en un ciclo vicioso. En poco tiempo, ambos estaban más irritables que nunca, Melchor había estado enfermo y hospitalizado hace unos años, y en estos últimos tres años su salud había sido fluctuante. Dada su avanzada edad, los efectos del insomnio eran aún más graves.

En casa siempre tenían preparado un respirador y ahora necesitaban oxígeno de forma ocasional, incluso bajar las escaleras se le hacía difícil.

En cuanto al tío de Patricia, había caído en terrible depresión.

Su situación llegó al punto de divorciarse de su esposa y luego de desconocer a su propio hijo.

Últimamente, había intentado suicidarse varias veces.

Sintió de repente una fuerte corriente de aire frío que se colaba por su espalda.

Desde el rabillo del ojo, vio a Patricia, que se abrigaba con un chal de cachemira después de entrar.

—Hace algo de frío, ¿quieres que te traiga un chal? —Preguntó Patricia preocupada.

Ana lo negó: —Por ahora no lo necesito.

En los últimos tres años, había crecido muchísimo.

Aunque nunca había tratado con objetos malignos en el extranjero, se había dedicado por completo a leer y estudiar intensamente los libros sobre fenómenos fantásticos que Isabel había dejado, y había logrado de esa manera comprender cosas que antes no entendía.

Incluso podía deducir ciertas experiencias solo con mirar el rostro de una persona.

—¿Ha habido alguna muerte en esta villa en el último año? —Preguntó Ana en voz baja, asegurándose de que solo Patricia pudiera oírla.

Patricia, sorprendida por la pregunta, la miró con una mezcla de asombro y gran admiración.