Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1180

—Salgamos a caminar un poco. —Dijo Patricia, consciente de que ese no era el lugar adecuado para hablar.

Pronto, los demás sirvientes terminarían sus tareas y regresarían pronto a descansar.

Había ciertas cosas que, aunque podía intuir, quería entender mejor.

Después de todo, las palabras de Ana le hicieron pensar que debía tratarse de algo grave, de lo contrario, Ana no habría mencionado que estaba fuera de su control.

Patricia no podía quedarse tan tranquila de brazos cruzados viendo sufrir a su abuelo, a quien había querido desde su infancia.

Unos minutos más tarde, ambas estaban fuera de la villa.

Bajo el manto de la noche, todo estaba tranquilo.

Daniela caminaba nerviosa y cabizbaja.

Anteriormente, Patricia nunca había prestado mucha atención a los sirvientes de la casa, ni siquiera se había fijado bien en sus caras.

Ahora que observaba detenidamente a Daniela, se dio cuenta de que era una joven bastante hermosa.

Apenas tenía veinte años, en plena la flor de la juventud, radiante de frescura.

—¿Qué desea preguntarme, señorita Patricia? —Preguntó Daniela, incómoda bajo la mirada escrutadora de la otra.

Sobre todo, cuando era alguien de la familia Jiménez.

Eso le hacía por un momento recordar a aquellos dos hombres.

Ellos la habían acosado de la peor manera con esa misma mirada pegajosa y asfixiante, de la que parecía imposible escapar. Estaba aterrorizada, le habían tomado tantas fotos y videos que dijeron que, si hablaba, lo difundirían todo.

Además, la policía no le creería, pensarían que solo estaba resentida porque le pagaron poco y asumirían que ella había seducido a esos miserables hombres.

Realmente estaba muy asustada.

También estaba llena de odio.

Al ver que Daniela evitaba su mirada, Patricia continuó: —Antes de que tu madre tuviera ese fatídico accidente y cayera por las escaleras, ¿te habló de algo? No tengas miedo, si hay algo que quieras decir, puedes contármelo. No te preocupes, yo te ayudaré.

Al oír la palabra "ayuda", Daniela mordió nerviosa su labio rojo.

Aquella persona que había fingido ser amable también le había ofrecido ayuda.