Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1309

—Está bien.

Después de colgar, Ana pensó por un momento y decidió no contarle a Francisco sobre lo sucedido con Carmen.

Francisco no había sufrido tantas atrocidades como ella, así que no era necesario preocuparlo más con asuntos especialmente horribles.

Era mejor dejar que Francisco pensara que Carmen simplemente se había escondido.

En ese preciso momento, Ana ya había perdido por completo el sueño.

También se había estado leyendo un libro.

Dicho libro trataba sobre psicología.

De hecho, ese día tenía que visitar la casa de un anciano, un gran amigo de la abuela García, quien celebraba su octogésimo cumpleaños.

Además de llevar un regalo, también ayudaría un poco a revisar los arreglos de los objetos en la casa del amigo de la abuela García.

Hace poco, habían surgido algunos problemas en la casa de este amigo, y originalmente no quería celebrar su cumpleaños debido a su mala salud. Sin embargo, decidieron hacerlo para crear un ambiente un poco más festivo.

Ana había querido dormir un poco más para estar bien descansada para la celebración, pero entonces ocurrió de nuevo un incidente en la ciudad A.

Se tocó las sienes, dejó el libro a un lado y apresurada fue al baño a asearse.

—

En un almacén oscuro y sin luz.

Carmen tenía los ojos vendados y la boca tapada con lo que parecía ser un sucio y oloroso calcetín que alguien se había quitado.

Se escuchaban ciertos ruidos alrededor, pero solo eran sonidos de videojuegos.

No importaba cuánto ruido hiciera Carmen; las personas en el almacén la trataban simplemente como si estuviera muerta, ignorándola por completo.

Finalmente, "Francisco" llegó frente a ella.

Carmen levantó la cabeza, intentando poco a poco quitarse la venda de los ojos, pero estaba tan firmemente atada que ni se movía.

En ese momento, finalmente le arrancaron el asqueroso calcetín de la boca.

¡Por fin pudo hablar!

—¡Suéltame ya! Quítame esto de los ojos, y si te disculpas en este momento como es debido, puedo perdonarte. Francisco, soy tu hermana. ¿Quién es más importante para ti, yo o Judith? ¡Piénsalo bien! ¿Vas a tratar así a tu propia hermana por ella? ¿No te preocupa que nunca pueda perdonarte? Además, ¿quiénes son estas personas que has traído? ¡Me pusieron un calcetín sucio en la boca!

Carmen no se sentía para nada en desventaja y, con una actitud desafiante y altanera, interrogó a la persona que tenía delante.

Después de hablar, la persona frente a ella no respondió.

En cambio, de repente, un fuerte golpe aterrizó con fuerza en su mejilla, seguido de una patada en el pecho, haciendo que ella y la silla en la que estaba sentada salieran disparadas hacia atrás.