Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1314

Ella disfrutaba el sentimiento de ser respetada. Sin embargo, las personas que habían venido precisamente ese día a celebrar el cumpleaños de doña Paola pertenecían todas a la misma clase social; ella y Alejandro, como nuevos talentos emergentes, solo despertaban curiosidad, no admiracion.

Era algo curioso, Alejandro poseía un aura que de manera involuntaria hacía que los demás se sometieran a él.

Aunque Alejandro provenía de una familia de modesta fortuna, esto no impedía que tuviera una presencia única, difícil de ignorar estuviera donde estuviera.

En cambio, ante los ojos de todos, ella y Alejandro habían superado muchísimas adversidades juntos, y el hecho de que Alejandro la hubiera mantenido a su lado hasta ese momento era una prueba fehaciente para todos de cuánto valoraba las relaciones, facilitando de esta manera que otros quisieran colaborar con él.

Bajo las envidiosas miradas de otras mujeres, su innegable vanidad interna se satisfacía al máximo.

Pero ese día, ella tenía una mala premonición, como si algo estuviera a punto de suceder.

Como era la primera vez que visitaban la hacienda, y ella no estaba segura de dónde estaban los baños.

Al pensar en esto, no pudo evitar reírse de sí misma.

¿Había estado demasiado preocupada esos últimos días?

Estaban en Arena Blanca, y Ana seguía aún en la ciudad A, dos círculos de vida diametralmente opuestos; incluso si Ana sospechara algo, no tenía pruebas.

Los más de tres años de compañía que él le había brindado no eran solo una mentira.

Ahora, ¿quién entre las personas que conocía no sabía quién era ella?

Ella y Alejandro solo necesitaban un certificado de matrimonio para formalizar su relación.

Sin embargo...

No pudo evitar en ese momento querer ir al baño a verificar.

—

Ana fue arrastrada de repente por Alejandro.

Los dos llegaron al lado de un huerto.

No había nadie allí en el huerto.

Al ver que Ana no mostraba signos de pánico, Alejandro se dio cuenta de que sus preocupaciones eran realmente innecesarias.

Justo cuando estaba a punto de irse sin decir una palabra, Ana de repente tomó cariñosa la mano de Alejandro.

Ella bajó la vista hacia su mano, la temperatura de su mano era la misma de siempre, como si así pudiera calmar su inquietante corazón con facilidad.

Alejandro se tensó un poco.

Bajó la vista hacia sus manos juntas, sintiendo un impulso loco de abrazarla y besarla con fuerza.

Su garganta se movía acelerada.

Se contuvo, casi perdiendo por completo el control de su raciocinio.

—Te preocupas por mí, ¿cierto?— preguntó emocionada Ana.

Alejandro se sintió al momento aturdido, como si ella estuviera coqueteando con él, lo que le hizo sentir el corazón fuera de control, pero la razón le hizo objetar enseguida.—Temía que pudieras causarme problemas al perder la cabeza.