Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1319

—¡señorita Ana! ¿También vino? Si hubiera sabido que venía, debería haber ido a recogerla para venir juntos.

—La última vez que la señorita Ana me ayudó a restaurar una pintura antigua, en realidad no dejó ningún rastro de la restauración. Un amigo mío la vio y quedó absolutamente asombrado por su trabajo. Señorita Ana, justo un amigo mío tiene un cuadro que necesita una restauración; me pidió que coordinara una cita con usted. Hace poco escuché que había vuelto a su país. Me alegra, no imaginé que regresaría tan pronto.

—Si la señorita Ana no tuviera invitación, sería demasiado gracioso. Yo puedo no tenerla, pero la señorita Ana definitivamente debe tener una.

...

Las personas que conocían muy bien a Ana, al verla, realmente se alegraron muchísimo y charlaron con ella con entusiasmo.

Estas personas eran de un nivel élite, muy respetadas en los círculos sociales.

Ana también se alegró de ver a personas conocidas. —He estado ocupada con algunos asuntos personales recientemente, pero en cuanto tenga algún tiempo, definitivamente me pondré en contacto contigo.

—Lo de hoy fue un malentendido. No tengo intención alguna de discutir con la señorita Verónica.

Con la respuesta elegante y adecuada de Ana, el momento incómodo también se disipó al instante.

Verónica palideció de nuevo.

La vergüenza de ese día seguro se esparciría con rapidez.

¡Qué humillación tan grande!

Ella no sabía que Ana conocía a tantas personas allí.

Sí, había investigado a Ana, sabiendo que no era de esas personas que ganan dinero solo por su apariencia, sino que tenía verdaderas habilidades.

Eso también era parte de su envidia.

¡Dios parecía favorecer demasiado a Ana, dándole tanto talento y, además, siendo una mujer tan hermosa!

Una mujer especializada en engatusar a los otros.

Como encontró a conocidos, la gente comenzó a rodear entusiasta a Ana y hacerle varias preguntas, por lo que ella comenzó a conversar animadamente con varias personas.

Alejandro se tornó serio.

Verónica miró furiosa hacia Ana, viéndola rodeada de gente que la halagaba, lo que llenó su corazón de celos aún más.

No pudo contener más su envidia.

—Ya no puedo asistir al resto de la fiesta, me voy ahora, — dijo con rabia Verónica, y se marchó de inmediato.

No podía quedarse.

La forma en que la gente la miraba y la incomodidad que mostraban la hacían incapaz de enfrentarse a la caótica situación.

Alejandro observó atento cómo Verónica se alejaba de manera desordenada, y le envió una mirada a su asistente, quien al instante siguió a Verónica al salir.

Después de que el asistente y Verónica se marcharon.

Alejandro miró a Ana sin ningún intento de disimulo.