Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1323

Luego, él simplemente tiró su celular a un lado.

Volvió al baño.

—

Verónica se revolvía en la cama, incapaz de dormir.

Hacía varios días que no lograba descansar bien.

Después de la fiesta de aquel día, ella había planeado hablar seriamente con Alejandro esa misma noche, pero para su sorpresa, Alejandro tuvo que salir de viaje de última hora, y el viaje se prolongó por varios días.

En esos días, Alejandro parecía haber desaparecido; ella se esforzaba por decirse a sí misma que no debía apresurarse a contactarlo, pero tampoco recibía noticias de él.

La situación se mantuvo en un impasse.

Aquel día, no pudo mantener la calma por más tiempo.

Después de mucho pensar, decidió llamar a la asistente de Alejandro.

—Señorita Verónica.

—¿El presidente Gonzalo ha estado ocupado?— preguntó directamente.

La asistente respondió de inmediato: —Sí, el presidente, el jefe Gonzalo ha estado muy ocupado, saliendo temprano y regresando tarde. Hemos tenido algunos problemas con el proyecto de colaboración aquí, y ha habido complicaciones.

Al escuchar que en serio estaba ocupado, Verónica se sintió aliviada. —¿Cuándo cree que terminará de estar ocupado y volverá?

La asistente respondió: —Ya terminó hoy, y volverá mañana.

Verónica se alegró. —Bueno, hoy te llamé para preguntarte sobre los movimientos del presidente Gonzalo, por favor no se lo menciones.

La asistente dudó un momento. —Está bien.

Después de colgar, Verónica finalmente sintió que podía relajarse completamente.

Temía que Alejandro hubiera dejado atrás todos los negocios que había levantado en estos años y se hubiera ido con Ana a la ciudad A.

En estos días, mientras esperaba que Alejandro la contactara, también había investigado a Ana.

Ana había estado viviendo con la abuela de Alejandro en Arena Blanca durante más de tres años.

Pensar en Ana ya era un problema, y ahora también se añadía la abuela de Alejandro a sus preocupaciones, lo que la hacía sentir aún más incómoda.

Tener una persona compitiendo por Alejandro ya era bastante; ahora también había una anciana que no viviría mucho más tiempo.

Pero...

A medida que se iba despertando más, de repente olfateó un olor penetrante a desinfectante, ese aroma característico de los hospitales.

Hospital...

¿Hospital?

¿Estaba acaso en un hospital?

¿Esas personas la llevarán al hospital? ¿No habían pues acabado con ella?

Mientras luchaba por levantarse de la cama para buscar a alguien que le explicara lo sucedido, se dio cuenta de que no podía moverse, no solo las piernas, sino también las manos.

Recordó que sus manos habían sido cercenadas.

Giró la cabeza inmediatamente hacia sus manos.

Vio que estaban envueltas en vendajes gruesos.

Luego, con esfuerzo, miró hacia sus piernas y el pánico la invadió al ver sus extremidades, sus manos, sus piernas...