Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1355

Si Alejito siempre estaba inseguro sobre su identidad, lo más directo sería una prueba de paternidad.

Ella incluso podría haberle pedido a Narciso que visitara el País de la Arena Blanca, aunque estaba completamente decepcionada de ese hijo y se había preparado para no volver a verlo nunca más en su vida.

Pero en momentos cruciales, con tal de que Alejito regresara, ya no le importaba.

Ana se iluminó. —¿Prueba de paternidad?

¿Cómo pudo olvidar que una prueba de paternidad podría confirmar la identidad de Alejandro?

En las pocas veces que había visto a Alejandro, tuvo la oportunidad de pedirle un cabello, pero nunca se le ocurrió.

—Sí, justo hoy lo pensé —asintió la señora Marta.

En ese momento, sintió el impulso de ir inmediatamente al hospital a buscar a Alejandro.

Después de más de tres años, realmente no quería seguir viendo a Anita siendo maltratada; esos reportajes la habían pintado de manera terrible.

¡Ella no era la tercera en discordia en su relación!

Anita y Alejito eran una pareja casada, ¡en una verdadera relación matrimonial!

Ana asintió y sonrió mientras miraba la preocupada cara de la señora Marta. —Abuela, no se preocupe. Si vamos al hospital hoy, seguramente no lo encontraremos. Mejor esperemos un poco. Creo que él me dará una explicación.

Ese mismo día, él la había invitado a encontrarse, y ese tipo de entendimiento tácito entre ellos le hacía pensar que Alejandro se pondría en contacto con ella.

Por supuesto, no negaba los sentimientos de Verónica hacia Alejandro. Quizás, después de tres años juntos, su relación se había profundizado.

Después de todo, ella no había conocido a Alejandro por tanto tiempo.

Eso también fue lo que pensó cuando los vio abrazarse en la entrada del hospital.

Ana vio que el estado de ánimo de la señora Marta mejoraba y se sintió aliviada. —Abuela, voy a subir a ducharme, estoy un poco sudada e incómoda.

—Claro, claro, ve rápido.

Después de que Ana subiera las escaleras,

La señora Marta suspiró suavemente, murmurando: —¿No han pasado ya por demasiadas pruebas?

—

En el hospital.

Verónica yacía en la cama del hospital, sin apartar la mirada de Alejandro.