Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1374

—Es mejor que esto solo lo sepamos nosotros —dijo Francisco.

Lo que quería decir era que solo debían saberlo ellos dos; ni Ana ni Manuel necesitaban estar al tanto.

Además, mencionar a Carmen siempre le hacía fruncir el ceño.

Aunque una persona haya muerto, las cosas que hizo no se olvidaban fácilmente. Carmen causó mucho daño, lastimó a muchas familias con su maldad. Cada vez que Francisco pensaba que Carmen era su propia hermana, no podía evitar fruncir el ceño.

Elena asintió levemente. —Mmm, lo sé, tranquilo.

Francisco también estaba algo preocupado por el ánimo de Elena. —Mamá, Carmen se lo merecía, no te entristezcas por ella.

Los ojos de Elena se tornaron un poco rojos. —Lo sé, es solo que me da un poco de tristeza.

—La muerte fue una liberación para ella —dijo Francisco.

—Sí.

Francisco notó que el ánimo de Elena no era el mejor. Quiso cambiar de tema, pero se detuvo.

Prefería asegurarse bien antes de hablar de ello con su madre; si todos comenzaban a tener expectativas y luego resultaba ser un error, todos se decepcionarían.

Pensando en la posible vuelta de Alejandro, se permitió albergar alguna esperanza.

Tal vez esa persona realmente era su padre.

—

Por la noche, después de bañarse.

Ana estaba algo incómoda.

Había olvidado que al regresar a Villa Estrella de Mar tendría que enfrentar una situación: si compartiría habitación con Alejandro o dormirían separados.

Antes de que pudiera decidirlo, Alejandro todavía tenía el cabello húmedo por la ducha.

Se acercó directamente a ella.

Sin darle tiempo de reaccionar, la levantó en brazos y la llevó a la cama.

En medio del torbellino, Ana pensó que probablemente no podría ir a casa García hoy...

—

Por la tarde.

Ana despertó a las dos de la tarde.

Alejandro ya se había ido a trabajar.

Bajó las escaleras y vio a la señora Marta sentada en la sala.

—¿Abuela?

Al oír su voz, la señora Marta miró hacia Ana y sonrió con los ojos entrecerrados. —Alejito se fue hace más de una hora. Dijo que estabas cansada y que descansaras un poco más. Aún no has almorzado, ¿verdad? Te he traído algo, ven a comer.

—Ah, claro —Al oír esto, Ana se sonrojó. Realmente sospechaba que Alejandro recordaba todo, de lo contrario, ¿cómo podría hablar así delante de su abuela?

Viendo a Ana avergonzada, la señora Marta no pudo contener su alegría.