Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1399

Parecía que fue en algunos videos.

Mientras ella seguía confundida, Edgardo fue el primero en hablar: —Antes solo te había visto en algunos videos y fotos, pero después de conocerte, entiendo por qué Isabel te confió todo lo que aprendió en su vida. Tienes ciertas similitudes con ella.

—Vamos, ahora que has visto a Anita, cumple tu promesa cuanto antes. Anita e Isabel son personas igual de honestas y bondadosas. No tienen tanto que decirte como tú a ellas —dijo la señora Marta con voz fría.

Cada palabra que pronunciaba parecía una defensa contra Edgardo.

Ana primero miró a la señora Marta y luego a Edgardo: —Usted es el hermano de la abuela Ruiz, ¿verdad?

No esperaba que la persona a la que había estado buscando apareciera por su cuenta.

Y, además, había llegado a la casa García, buscando primero a la abuela García.

Edgardo asintió satisfecho. —Correcto, eres inteligente, adivinaste quién soy. Has encontrado muchas de mis cosas e incluso has sabido manejarlas bien. Definitivamente eres muy capaz. Pero tu éxito se debe en gran parte a los sacrificios de Isabel. Por ti, ella estuvo dispuesta a renunciar a su propia vida.

Al final, la expresión de Edgardo se tornó extremadamente feroz.

La señora Marta se dio cuenta de que algo no estaba bien y gritó hacia Ana: —¡Anita, ven aquí rápido!

Al oír esto, Ana estaba a punto de dirigirse hacia donde estaba la señora Marta, cuando Edgardo comenzó a reír a carcajadas mirando al cielo.

Su risa sonaba de una manera que ponía la piel de gallina.

Incluso había un tipo de terror que no se podía describir con palabras.

—La persona que Isabel protegía con tanto cuidado... No le haré daño. ¿De qué tienes miedo? Edgardo miró a la señora Marta con desdén en los ojos.

Sin embargo, el rostro de Ana se puso pálido.

Los demás no entendieron el significado detrás de las palabras de Edgardo, pero ella sí.

La oportunidad de renacer que había recibido fue porque la abuela Ruiz había sacrificado su propia vida.

—¿Quieres saber por qué puedes percibir a los entes malignos? —preguntó Edgardo, fijando su mirada en Ana.