Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1437

Ignacio generalmente está muy ocupado, y ocho de cada diez veces que Haila le pregunta si volverá a casa a cenar, la respuesta es que no podrá.

Pero hoy, el destino parecía ser más amable con ella.

—Ya estoy en casa.

Haila escuchó la voz de su propio hermano y sintió cómo se le humedecían los ojos.

Ana tenía razón, en este mundo cualquiera podría abandonarla, incluso tener segundas intenciones con ella, pero su hermano no, ¡su hermano era la mejor persona en su vida!

...

Por la noche.

Ana e Ignacio discutieron sobre la situación actual de Haila por WhatsApp.

Ignacio mencionó que, durante la cena, solo los dos hermanos, Haila no dijo nada, como si nada hubiera ocurrido.

Ana comentó: —Probablemente Haila no quiere preocuparte.

Ignacio respondió: —Es verdad, no es como cuando era pequeña, ahora cuando enfrenta problemas puede procesarlos y enfrentarlos por sí misma. Pero no puedo dejar pasar a Lucas. Él engañó a mi hermana sentimentalmente, y debe pagar un precio por eso.

Ana sonrió.

Ese era el verdadero temperamento de Ignacio.

Y era la mala suerte de Lucas.

Anteriormente, casi todas las personas a las que había engañado lo habían perdonado o había salido impune, lo que le permitió ser tan audaz y seguir engañando a otros.

Tarde o temprano tendría problemas.

—¿Estás en una videollamada?

Alejandro había llegado y entró directamente, preguntando con un tono un poco alto.

Había escuchado la voz de Ignacio desde fuera de la puerta.

Aunque Alejandro no recordaba mucho del pasado, hacía lo que Ana decía.

Mientras Ana masajeaba suavemente, dijo: —Mi salud ya está casi restaurada. Si mañana regresas temprano, podríamos ir a casa de los García a ver a la abuela. La salud de la abuela ya estaba deteriorándose cuando estábamos en Arena Blanca. Estos días he estado inquieta, preocupada por su salud.

Había otra cosa, la abuela, incluso si no se sentía bien, probablemente no les diría nada a los dos. Ella acababa de tener una cirugía y estaba recuperándose, mientras que Alejandro enfrentaba tiempos difíciles dentro del Grupo García, y en esta etapa Marta seguramente solo reportaría buenas noticias.

Por eso, sentía que no deberían descuidar a Marta.

No quería que Alejandro, al recordar estos tiempos en el futuro, tuviera arrepentimientos.

Alejandro cerró los ojos, y su cabeza, que originalmente estaba tensa y ligeramente dolorida, comenzó a relajarse bajo el masaje de Ana, sintiéndose vagamente somnoliento: —Mañana por la noche volveremos a casa, tú puedes ir primero, yo iré después de terminar mi trabajo. Pasemos estos días en familia.

—¡De acuerdo!

De repente, Alejandro tomó la mano de Ana: —¿Me habías dado masajes así antes?

—Te di masajes algunas veces, luego tus dolores de cabeza casi desaparecieron, así que dejé de dártelos. —Ana recordó y pensó en cómo al principio Alejandro era desconfiado y cauteloso hacia ella, y casi se le escapó una risa.