Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1581

Después de que varios guardias intercambiaran ciertos comentarios entre ellos, Norma se sonrojó de rabia.

Estaba al borde de odiar a Manuel para siempre.

Si reconocieran su identidad, ¿necesitaría soportar este cruel desprecio y este tipo de burlas?

—¡Ustedes esperen y verán! —exclamó Norma, furiosa, señalando a los guardias.

Justo cuando los guardias iban a responder, de repente vieron a alguien salir.

Era Manuel.

Manuel había terminado de filmar y se había cambiado a su ropa habitual; no había visto a Norma inicialmente. Ya estaba acostumbrado a ser el centro de atención, por lo que no le prestó mucha importancia.

—Manuel...

Al escuchar el murmullo bajo de un guardia, Norma, que estaba a punto de marcharse, giró apresurada su cabeza hacia Manuel.

Y Manuel también vio a Norma.

Era la primera vez que ambos se encontraban en persona.

Sin embargo, habían visto fotos del otro anteriormente.

Así que, con solo una mirada, se reconocieron de manera mutua.

Manuel hizo mala cara de inmediato.

Norma se acercó a toda prisa: —¡Finalmente te encuentro! Manuel, diles ahora mismo si soy o no tu hermana. Dicen que tu hermana es otra persona y no yo. ¡Diles la verdad!

Ella estaba desesperada porque Manuel la defendiera ante los guardias.

Norma, cruzándose tranquila de brazos, miró furiosa a Manuel: —Ya te dije por teléfono, ahora estoy sin hogar. Así que al volver a ciudad A, solo puedo depender de ustedes, mis hermanos, quienes tienen la obligación de acogerme. Además, eres una estrella; si no quieres un escándalo sobre cómo descuidaste a tu hermana, ¡debes acogerme! O bien, dame cien mil dólares al mes, cien mil no son suficientes, ¡quiero quinientos mil al mes! Seré tu hermana amable y no causaré ningún escándalo.

No esperaba que, más de dos años después de haber cambiado con éxito de riñón en el extranjero y de haber recuperado su salud, descubriera que su familia había perdido todo y acumulado infinidad de deudas.

Incluso la familia de su abuelo se había mudado fuera de la ciudad A, ahora vivían en la completa miseria.

Sus padres se habían divorciado; su padre se quedó en Arena Blanca, viviendo casi como un miserable mendigo, por lo que era imposible depender de él. En cuanto a su madre, había mantenido un amante durante esos dos años, gastando todo su dinero en él, y ahora pasaba los días en un estado de gran confusión, sin ocuparse de ella.

No podía soportar que su vida se hubiera desplomado de forma tan abrupta.

Ya no era la dama elegante de antes; ahora ni siquiera tenía mil dólares a su nombre.

Al ver a Manuel y a los demás, todos tan prósperos y brillantes, viviendo en impresionantes mansiones y conduciendo autos de lujo, se preguntaba una y otra vez por qué, teniendo el mismo padre, tenía que vivir de manera tan miserable. Ella era la hermana menor, y por derecho, sus hermanos deberían cuidarla como a la niña de sus ojos. Ana le había robado todo lo que legítimamente le pertenecía como la verdadera hermana.