Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1586

Norma empujó a Pablo con todas sus fuerzas, pero fue imposible moverlo.

La fuerza de una mujer simplemente no surtía efecto alguno frente a la de un hombre.

Además, ahora solo tenía un riñón, por lo que también su fuerza se había visto reducida de manera considerable.

Al recordar que únicamente tenía un riñón, sus ojos se llenaron de lágrimas por el terrible agravio: —¿Acaso todos están controlados mentalmente? ¿Por qué siempre creen que soy yo quien está equivocada? ¡Claramente soy la débil, la que necesita protección! Ana tiene una vida brillante y hermosa, ¡y aun así ustedes insisten uno a uno en defenderla! Mis tres hermanos gozan de perfecta salud, ¿qué había de malo en que me dieran un riñón sano? No sucedería nada grave por tener un riñón menos, ¿por qué nos han hecho parecer que mis padres y yo somos culpables?

—¡Ah! —hacía mucho tiempo que Pablo no se encontraba con alguien tan manipulador y calculador como esta mujer.

Además, era muy burda en sus intentos estúpidos de manipulación moral.

Tal vez solo Norma, frente a él ahora, y Julio y Alba hacía más de dos años, habían descendido a tal nivel.

En aquel entonces, este asunto había generado un gran revuelo, y prácticamente toda la ciudad A estaba enterada de todo lo sucedido.

Todo el mundo había discutido sobre el tema.

Cualquier persona con intachables principios quedó sin palabras ante la desvergüenza de Julio y Alba.

Menos mal que Julio, con sus ideas erradas, había abandonado la ciudad. De lo contrario, Pablo no podía imaginar siquiera qué habría sido de Ana si hubiese crecido cerca de Julio, absorbiendo sus distorsionadas y errantes ideas.

—¡No entiendes nada, absolutamente nada de lo sucedido! ¡Ya lo perdí todo! Mis padres se divorciaron por culpa de esas terribles noticias, y ahora solo puedo depender de mí misma. ¿Qué puedo hacer en estas circunstancias? Mis tres hermanos, las personas más cercanas a mí, me ignoran por completo. Todo esto es culpa de esta mujer; si ella no les hubiese dicho algo, ¿cómo podrían ignorar a su propia hermana menor? —Las lágrimas de Norma fluían sin control.

Acusaba una y otra vez a los demás.

El rostro de Pablo se distorsionó de manera involuntaria: —Esas lágrimas tuyas no son distintas a las de un cocodrilo. En lugar de perder el tiempo preguntando por qué otros hacen esto o aquello, mejor piensa en lo que hicieron tus padres. Si tienes algo de dignidad, no regreses a molestar a Ana ni a su familia, y si te queda algo de esa poca inteligencia que tienes, será mejor que desaparezcas ahora mismo.

Tras decir esto, Pablo pisó el acelerador y se marchó a toda velocidad en su moto.

—¡Todos se arrepentirán, lo juro por Dios!

—¿Ah? ¿Eres entonces Norma?

Una voz masculina, claramente sorprendida, de repente la llamó.

Norma quedó desconcertada y giró al instante la cabeza hacia el hombre.

Su rostro le resultaba ligeramente familiar.

Parecía ser un compañero de la escuela secundaria, aunque no lograba recordar en ese momento su nombre.

—Soy Armando, ¿no me recuerdas? Fuimos compañeros en la secundaria, siempre me sentaba detrás de ti. Tú... ¿tú no estabas enferma? Y luego, tus padres consiguieron a alguien que te donara un...