Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1682

Parecía que Eduardo también sentía una amenaza; ocupando el puesto de asistente especial, no quería dar oportunidad a nadie más para que codiciara su posición.

A los ojos de los empleados del grupo, Eduardo era envidiado por todos, ya que había sido constantemente confiado y asignado con responsabilidades importantes por el presidente Alejandro, algo que muchos deseaban.

Conocer más sobre esos pequeños detalles de la vida del presidente Alejandro sería ventajoso para ella.

Desafortunadamente, Eduardo no compartía detalles.

Ella solía aprovechar toda oportunidad para acercarse a Eduardo sin que él lo notara, intentando ganarse su favor de maneras sutiles.

Casi fue un esfuerzo en vano.

Sin embargo, recordó la marca del yogur y planeó tenerla lista en el trabajo a partir de ese momento.

También compraría algunas si encontraba una tienda de conveniencia en el camino.

Después de comer las empanadas, descansaron un rato antes de continuar el viaje.

El trayecto fue muy silencioso, ya que a Alejandro no le gustaba el ruido.

Por eso, todos se abstuvieron de hablar, excepto por asuntos laborales.

Los tres continuaron ocupándose de sus tareas incluso mientras viajaban.

Cuando llegaron al hotel, ya eran las diez de la noche.

Después de hacer el check-in, Tania notó que Alejandro se hospedaba en la suite presidencial.

Ella y sus dos colegas masculinos se alojaban en el mismo piso.

Después de instalarse, se duchó rápidamente y se cambió a su ropa habitual.

Luego tomó una bolsa y salió de la habitación.

Entró directamente en el ascensor hacia el piso de la suite presidencial.

Con cada paso que daba, Tania sentía miedo, pero su experiencia profesional y los entrenamientos que había recibido en los últimos años le permitían calmarse rápidamente.

—No es necesario, llévatelo de vuelta —dijo Alejandro antes de cerrar la puerta.

El rostro de Tania se volvió pálido de golpe.

No esperaba que su primer intento de acercamiento fuera tan infructuoso.

Había investigado cuidadosamente y seleccionado esos medicamentos que eran altamente recomendados en línea; todos decían que eran efectivos.

No podía creer que su cuidadosa atención fuera rechazada de esa manera.

Respiró hondo, no se quedó frente a la puerta y rápidamente se alejó.

Dentro de la suite presidencial, Bryan, en el celular de Alejandro, comentó con una sonrisa burlona: —¿Llevaste a una asistente femenina en este viaje de negocios?

—¿Qué quieres decir? —Alejandro frunció el ceño.

Los dos habían sido buenos amigos durante muchos años, y a menudo solo hacía falta media frase para que el otro entendiera lo que uno quería decir.