Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1685

¿Así que Juana y Mauricio pueden ser vistos juntos entrando y saliendo del hotel?

Pronto llegó a la oficina de Mauricio.

Antes de entrar, vio a una chica que, adelantándose, entró a la oficina con una taza de café en la mano.

Con voz delicada dijo. —Presidente Mauricio, aquí está el café, sin azúcar como lo solicitó.

Esa voz, que a muchos hombres les costaba resistir, probablemente ablandaría incluso los corazones más duros.

Ella arqueó una ceja, observando la reacción de Mauricio.

Después de todo...

Mauricio era un hombre.

Y durante esos años, su relación con su esposa se había estabilizado, su familia había crecido con tres hijos, y cada vez se entendían mejor. Con el tiempo, la pasión inicial se desvanecía y algunas personas deseosas no podían evitar distraerse, anhelando experimentar cosas que nunca habían probado antes.

Aunque esas cosas fueran malas, la curiosidad y el deseo de explorar siempre estaban presentes.

Mauricio no levantó la vista, solo respondió. —Hmm.

Juana mordió su labio rojo y dijo en voz baja: —Mis padres quieren arreglarme una cita, pero no quiero ir, ya sabes, me gustabas desde la secundaria.

¡Dios mío! Beatriz se llenó de energía al instante.

¿Qué suerte era esa?

Algunas personas buscaban pruebas de infidelidad de sus esposos durante mucho tiempo sin éxito, y ella acababa de llegar y ya veía una situación así.

—Mira, estoy casado, puedes retirarte ahora —dijo Mauricio con un tono algo severo.

Como pareja durante muchos años, Beatriz conocía bien el temperamento de Mauricio. Parecía tranquilo, pero en realidad ya estaba perdiendo la paciencia.

Mientras se preguntaba esto, Mauricio frunció el ceño y respondió: —¿Te hice esperar? ¡Sal de aquí!

—¡Mauricio! ¡Tú sabes todo! —Juana, evidentemente herida por Mauricio, comenzó a patalear.

Cuando giró furiosa para salir, vio a Beatriz y sus ojos se agrandaron.

Beatriz miró fijamente a Juana.

Pero esa mirada la hizo pensar que había reconocido mal.

La Juana que estaba frente a ella, de hecho, vestía un estilo similar al suyo; en los últimos dos años le gustaba usar ropa de una marca específica, y Juana llevaba un conjunto de la misma marca, incluso el peinado y el maquillaje eran imitaciones del suyo.

—Tú... ¡tú estás espiando!

Beatriz sonrió. —Estoy escuchando abiertamente, ya sé que quieres quitarme a mi esposo.