Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1704

Pero el frío que emanaba parecía traspasar el papel de la maldición.

La palma de su mano se enfrió.

Silvio, sorprendido, exclamó: —¿Tan grande es el impacto? Pero ahora me siento cada vez más tranquilo. Gracias, señora Ana.

Además, durante estos dos días había sentido con frecuencia un peso en su cuerpo, una sensación de pesadez e impotencia difícil de describir con palabras.

Ahora sentía un alivio que parecía emanar desde su interior.

De repente, se le ocurrió algo y se levantó apresurado: —No quiero molestarte más señora Ana, ahora necesito ir a buscar a mi esposa y explicarle bien las cosas.

Cuanto más tranquilo estaba, más comprendía que no podía perder a Gisela.

Él amaba a Gisela.

Solo que en estos años, estaba concentrado en mejorar sus condiciones de vida material y, por lo tanto se había acostumbrado a descuidar a las personas cercanas.

Siempre pensó que Gisela nunca lo dejaría, que no necesitaba valorarla como antes. Ahora se daba cuenta de que una vez que se había lastimado el corazón de alguien, no había nada que hacer, se arrepentiría demasiado tarde.

Observando cómo Silvio se marchaba apresurado, Ana sonrió, esperando que ambos pudieran calmarse y pensar bien en su futuro.

Justo cuando estaba a punto de guardar el calabacín dorado en su bolso, de repente vio una figura familiar pasar por la ventana.

Si no se equivocaba, era ser Yolanda.

Pero el hombre que estaba con Yolanda no era Javier.

Estos días había visto a Javier publicar en Instagram, y la relación entre ellos dos parecía ser bastante estable.

A veces, al hablar con Javier, sus palabras revelaban la intención de casarse con Yolanda dentro de un año.

También había hablado con Javier acerca de la situación de Yolanda.

El trasfondo familiar de Yolanda era sencillo, sus padres eran profesores, no estaban en la ciudad A, sino en la Universidad Politécnica Luna Roja, y ella era hija única en su familia.

Entonces, Yolanda se quedó parada en el mismo lugar, sin moverse durante un largo rato.

Ana hizo mala cara, aunque no sabía qué relación había entre ellos dos, el hecho de que se tiraran y abrazaran con un tinte de inseguridad, hacía que algo pareciera no estar del todo bien.

Ella recogió su bolso y salió de la cafetería.

Pensó que Yolanda también se iría, pero para su sorpresa, Yolanda se volteó y caminó en su dirección.

Probablemente porque tenía algo en mente, no la vio de inmediato.

Pero pronto la vio.

En el momento en que la vio, el cuerpo de Yolanda se tensó.

Luego, Ana palideció.