Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1710

Yolanda y Adolfo no prestaron mucha atención a esto.

En aquel momento, solo tenían ojos el uno para el otro.

...

El guardia de seguridad salió a toda prisa del ascensor.

Luego hizo una llamada.

—Caballero, acabo de subir al piso 26 y no he visto a nadie causando disturbios en el pasillo, lo más raro que encontré fue solo a una pareja besándose acarameladamente frente a la puerta 2603. Ya con mis tantos años de edad, yo no puedo decirles que se detenga. Si considera que sigue siendo muy ruidoso más tarde, subiré a revisar de nuevo.

El vigilante se apresuró a comunicar lo observado al propietario.

Después de todo, la ocupación en el conjunto era alta, con más de una docena de edificios, siempre había algún problema en algún lugar, y la verdad había personas que no respetaban a los demás y hacían ruidos que molestaban demasiado a los vecinos.

Esos propietarios eran los más difíciles de tratar, si intentabas hablar con ellos, ni siquiera reconocían que estaban haciendo algo incorrecto.

Había casos aún más extremos, donde alguien, incapaz de llegar a un acuerdo, usaba un dispositivo para hacer vibrar el edificio, molestando de esta manera a los vecinos de arriba y de abajo.

Problemas menores cotidianos, la verdad todo tipo de asuntos desordenados.

—Está bien, lo tengo, gracias.

La voz del propietario sonó ligeramente sombría desde el teléfono, quizás porque era tarde y había sido despertado por el fastidioso ruido, su tono frío era algo intimidante.

Sin embargo, el propietario respondió cortésmente con un gracias.

—Ah, de nada, llámeme si hay más problemas.

...

Después de colgar, Javier furioso lanzó su teléfono sobre el sofá.

Luego se levantó y contempló con tristeza el paisaje nocturno a través de la ventana de vidrio.

¿Una pareja besándose?

Se divertía muchísimo con todo lo que había allí.

Ana, cansada después de un rato, se sentó en una zona de descanso a observar cómo Alejandro jugaba alegremente con Josefina.

Alejandro se sumergía en el juego como si él mismo fuera un niño, disfrutando con locura de todas las atracciones.

Al ver esta conmovedora escena, las comisuras de sus labios no pudieron evitar curvarse hacia arriba.

De repente, recibió una llamada.

—Buenas, señora Ana, quiero pedirle un permiso. Este mes no podré darle clases a Josefina, pero puedo recomendarle a otros excelentes profesores. —Gisela habló con un tono lleno de disculpas.

Un mes...

Ana respondió: —Está bien, no hay problema. Si necesita hablar de algo más, estoy aquí para ayudarla. Josefina puede aprovechar para practicar más por su cuenta este mes.

Hubo una breve pausa antes de que Gisela, con una risa nerviosa, explicara: —Es que mis padres no siéntense han sentido bien, necesito volver a casa para cuidarlos un tiempo. Durante este período, puedo hacer videollamadas diarias con Josefina y usted puede comunicarse conmigo por cualquier cosa, señora Ana.