Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1722

Especialmente, él conocía demasiado bien a Gisela.

La conocía como si tocara su propia mano de izquierda a derecha.

Pero para salvar su matrimonio, estaba dispuesto a sacrificarse por Gisela.

Al escuchar la condescendencia en la voz de Silvio, Gisela se convenció aún más de que su decisión en realidad era la correcta.

Su relación ya no contenía amor.

Lo único que quedaba era que Silvio no quería perder a esta mujer que tanto lo cuidaba sin pedir nada a cambio.

—Realmente, eso ya no importa, ya no te amo. —Dijo Gisela con voz firme.

Silvio, impactado, respondió: —¿Ya no me amas? Hace poco publicaste en Instagram que querías pasar toda la vida conmigo.

En ese momento, incluso había dicho a sus amigos que su esposa lo amaba con el alma, que de cada diez publicaciones en Instagram, nueve eran sobre él.

Durante todos estos años de matrimonio, Gisela había sido quien más había dado en esta, por lo tanto, él daba por hecho que ella lo amaba más.

—Tú mismo lo has dicho, eso fue hace un tiempo. Estos últimos días he tenido una revelación, sabes muy bien cuánto me ha costado esta relación a lo largo de los años, cuánto he sacrificado por ti. Dijiste que odiabas a los niños y no querías tenerlos, y yo estuve de acuerdo con eso. Dijiste que no te gustaba el pescado, y yo, haciendo un sacrificio pues me encanta el pescado, nunca lo he cocinado en todos estos años. Cuando tenía gripe y fiebre y quería que me acompañaras al hospital, me decías que bebiera más agua, porque tenías una partida de juegos en línea con tus amigos.

Tu madre siempre decía que deberíamos tener un hijo, y tú, temeroso de lo que ella pudiera decir, le dijiste que yo no quería tener hijos, que respetabas mi decisión. De esa forma, mi relación con tu madre ha sido pésima todos estos años. Antes pensaba que nada de eso importaba porque te amaba y podía tolerarte. Pero ahora ya no te amo. Necesito vivir la vida que me merezco. Durante estos días de separación, he estado en casa de mis padres casi todos los días y he podido comer pescado a mis anchas, y cuando tuve gripe y fiebre, mis padres estaban tan preocupados que no podían dormir, insistiendo en que fuéramos al hospital. Tengo el amor y el valioso cuidado de mis padres, y también debo amarme a mí misma. Silvio, quedemos en paz.

Después de decir todo esto, Gisela se sintió bastante aliviada.

Estas palabras, ella debería habérselas dicho a Silvio hace mucho tiempo.

Pero ella siempre había sentido que no era culpa de Silvio, que ella estaba pensando demasiado.

Sus amigas cercanas tenían esposos con aún más defectos. Ellas siempre la aconsejaban que no actuara de manera tan impulsiva.

Ahora, no quería escuchar a los demás, deseaba comprobarlo por sí misma.

Silvio había traído ese problema a casa, tal vez eso era el destino.

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