Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1762

Transcurrieron unos minutos.

El corazón agitado de Esperanza finalmente se serenó.

Ella acababa de...

Su corazón palpitó acelerado.

Había algo mágico en la mirada del señor Manuel cuando hablaba, lo que dificultaba sostenerle la vista.

El cálido tacto de su palma era algo en verdad extraordinario.

Esperanza apretó con fuerza los labios, conteniendo sus pensamientos para no proseguir.

Ahora, ella era empleada del señor Manuel.

No debía albergar en ningún momento pensamientos inapropiados, ni causarle inconvenientes al señor Manuel.

...

Tras una cena.

Todos habían bebido un poco de más.

La colaboración en esta ocasión se negoció con éxito.

Los empleados que habían venido con Alejandro también se sentían muy entusiasmados.

Llegaron muy nerviosos, temiendo cometer errores en su desempeño.

Pero ahora, la tarea estaba finalizada a la perfección.

En el trayecto al hotel, Alejandro se frotó la cabeza.

—¿Necesita una pastilla para la resaca, jefe Alejandro?

Un asistente que lo acompañaba le preguntó preocupado.

Alejandro respondió: —No es necesario.

No había bebido mucho, esas copas de más no bastaban para embriagarlo, solo se sentía cansado tras varios días de dormir mal y por lo tanto le dolía un poco la cabeza.

Además, no deseaba demorarse más, ansiaba volver a la ciudad.

—Jefe Alejandro, parece que la persona que obstruye el camino adelante es Regina. —Comentó sorprendido un empleado desde el asiento del copiloto, al observar a la impresionante mujer que interrumpía el tráfico al borde de la carretera.

La presencia de Regina, una socia comercial, era demasiado impactante.

Pero el hecho de que el auto no se detuviera indicaba que Alejandro no deseaba verla.

Era una situación que nunca había experimentado, un sentimiento de humillación bastante abrumador.

Recordaba cómo hacía más de diez días había alardeado ante el jefe de su empresa que sin duda conquistaría a Alejandro.

Sin embargo, resultó que Alejandro no estaba dispuesto a sucumbir ante sus sucias tácticas.

—No puedo creer que haya un hombre que no pueda conquistar.

Dijo entre dientes con frustración, y luego llamó apresurada al jefe: —Jefe, he decidido ir a ciudad A.

...

Ana acababa de salir del trabajo y se preparaba para regresar a casa.

Justo cuando se sentó en su auto para iniciar el viaje, recibió una llamada de Alejandro.

—¿Me extrañaste?

Ana, ahora conversando con dulzura sin esfuerzo alguno, respondió: —Justo estaba pensando en ti.