Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1831

Con alegría, él giró la cabeza para mirar a Josefina.

Sus miradas se encontraron.

Josefina, al escuchar hasta ese momento, había entendido que los adultos presentes debían ser los padres de Bernardo, y que Jaime había tenido un problema, creían que Bernardo estaba involucrado en esto y querían forzarlo a admitirlo.

Incluso llegaron a mencionar fantasmas.

Mientras Josefina sentía una indignación profunda por Bernardo, él, inesperadamente, volteó la cabeza hacia ella.

Ella enseguida le mostró una sonrisa a Bernardo.

Y se acercó a él, diciéndole en voz baja: —Traje el pastel y las pastas que te mencioné la última vez.

La mirada de Bernardo se suavizó un poco al observar lo que Josefina llevaba en las manos.

Esta escena, vista por Benito y Mercedes, les provocó un miedo y horror instantáneos, casi nunca habían visto a Bernardo sonreír.

Pero Bernardo, después de mirar hacia un lugar fijo en particular, luego giró la cabeza hacia una silla al lado y mostró una linda sonrisa.

Esa sonrisa era de indulgencia.

Fuese como fuese, parecía algo increíble.

—Bernardo, ¿qué estás mirando? ¿Has visto algo malo? ¿Quizás un fantasma? ¿Es el fantasma de la mujer de la que hablaban Jaime y los demás? —Preguntó furiosa Mercedes, visiblemente aterrada.

Ella misma no estaba convencida al hacer este tipo de preguntas.

Si hubiese algún fantasma femenino ayudando a Bernardo, seguro la habría asustado a ella hasta la muerte hace años.

Ella no lo hubiera maltratado durante tanto tiempo.

Pero, ciertamente, habían ocurrido una serie de cosas extrañas alrededor de Bernardo, como el hecho de que nunca parecía morir de hambre o de frío.

Un fantasma cuya mente estaba llena de pensamientos sobre cómo matar a estas miserables personas.

—¡Tú! Si dices que no hay fantasma, entonces dime, ¿cómo resultó herido Jaime? Hay guardias en el patio, y tantos sirvientes, ¿cómo pudo haberse lastimado de esa cruel manera Jaime? —Preguntó Benito con ira.

En todo el patio, solo Bernardo tenía una razón clara para lastimar a Jaime.

Porque sabía que Jaime tenía cosas que Bernardo nunca tendría, como el profundo amor de un padre.

Sabía que Bernardo también quería acercarse a él, pero no podía sentirse cercano a Bernardo. Al igual que sus sentimientos hacia la madre de Bernardo.

Mercedes, llorando desconsolada, dijo: —¡Fuiste tú! ¡Tú eres el culpable, en el patio solo tú odias a Jaime!

—Asuman de una vez por todas las consecuencias de sus propios actos, ustedes tienen tiempo para preguntarme, mejor sería que pensaran cómo hacer que la gente de ciudad A se calle, en estos momentos quizás toda ciudad A está hablando sobre cómo Jaime quedó discapacitado. —Dijo Bernardo con una risa sarcástica.

—¡Tú! ¡Jaime es tu propio hermano! ¡Cómo puedes ser tan cruel y hablar así de tu hermano! ¿Estás acaso burlándote de la desgracia de tu hermano? —Benito estalló en ira.