Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1832

—¿Acaso no era así?

Bernardo replicó.

¿Lo que ha sido cortado por su propia mano podría ser conectado?

¡No existían médicos milagrosos capaces de hacer tal cosa en este mundo!

Jaime tampoco tenía tal destino.

—¡Eres un ingrato! —Benito estaba furioso, incapaz de encontrar palabras para refutarlo, después de todo, Bernardo había dicho la verdad.

Diversos médicos milagrosos invitados habían dicho que, incluso si alguien más viniera, Jaime definitivamente no se recuperaría y nunca podría volver a ser un hombre normal.

Este incidente, además, no podía ser reportado a la policía, una vez hecha la denuncia, el honor de la familia Castro se perdería por completo, y Jaime ya no podría mostrarse en público.

Aun así, en la ciudad ya circulaban una muy buena cantidad de rumores malsanos.

Habían invitado a tantos médicos milagrosos a su casa, que era imposible que todos guardaran el secreto.

De manera inevitable, la noticia se había esparcido como pólvora.

La reputación de la familia Castro ya era desagradable, y todos afirmaban que Bernardo se había vuelto loco tras la muerte de su amada madre biológica, no permitiendo que Bernardo se mostrara en público en estos años.

Ahora, con Jaime convertido en un completo discapacitado, la familia Castro estaba perdiendo toda dignidad.

Benito lo comprendió todo en un instante, por eso no mostró desprecio hacia Bernardo, ya que no podía hacer nada.

Mercedes tenía los ojos rojos de tanto llorar, fulminando con la mirada Bernardo, deseando poder matarlo: —¡Sabía que eras tú! ¡Tenías que ser tú, el único que odiaría tanto a mi querido Jaime!

Lamentaba tanto no haber encontrado una manera de matar a Bernardo en estos años.

Si no fuera porque Benito dijo que no debían actuar de manera tan extrema, si Bernardo hubiera muerto, quién sabe si el abuelo materno de Bernardo habría causado problemas cuando viniera a la ciudad A.

Por eso lo maltrataban de mil maneras, pero lo habían dejado con vida hasta ahora.

Bernardo tenía una mirada sombría, su presencia emitía un aura malévola.

Sin embargo, cuando se dio cuenta de que Josefina todavía estaba cerca, suavizó su aura.

Josefina no tenía una buena impresión de Benito y su esposa.

Al ver cómo difamaban a Bernardo sin distinguir bien, se enojó.

Si seguían así, la pasta que estaba preparando se echaría a perder.

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