Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1849

Probablemente acababa de ver a la persona que quería ver, y en ese instante, de repente se sintió mucho más tranquilo.

Se levantó asustado de la cama.

Abrió la puerta.

Expulsó a las dos personas.

Había gente afuera, no se congelarían.

Sus movimientos fueron decisivos y despiadados, sin la menor vacilación posible.

En el momento en que las expulsó, la puerta también se cerró con llave.

Luego, volvió más tranquilo a la cama.

El calor en su cuerpo y esos sentimientos desconocidos de querer entregarse y liberarse por completo lo hacían sentir como si hormigas treparan por todo su ser, esas hormigas perturbaban su corazón y desordenaban su razón.

No podía soportar esa intensa sensación por más tiempo.

Cuando su razón estaba a punto de colapsar, incluso pensó en abrir la puerta y dejar entrar de nuevo a esas dos mujeres, sabía que ellas lo harían sentir bien.

Pero...

Josefina pronto regresaría.

Sin pensarlo agarró el puñal debajo de la almohada y, sin dudar, se lo clavó en el muslo.

El dolor agudo enseguida llegó.

La sangre brotó a borbollones.

Su razón regresó como por arte de magia.

...

Josefina regresó a Villa Estrella de Mar y fue corriendo al sótano, donde encontró varios armarios con medicamentos.

Cada tipo de medicamento estaba meticulosamente organizado.

Pero estaba demasiado ansiosa para revisarlos.

Buscaba como loca de manera desordenada.

Por fortuna, sus teléfonos siempre estaban disponibles el uno para el otro.

Eduardo contestó el teléfono aún medio dormido: —¿Qué sucede?

—Te cuento algo muy insólito, Josefina acaba de llamarme. Dijo que un amigo suyo había sido drogado y preguntó si en Villa Estrella de Mar teníamos algo para contrarrestar ese tipo de droga. ¿Crees que a ella la drogaron? Josefina ha crecido y, además, es una chica muy bonita. Podría ser que algún audaz sinvergüenza haya intentado abusarla...

Cipriano no había terminado de hablar cuando Eduardo, como si hubiera recibido un golpe en su corazón, se despertó enseguida.

—¡¿Qué fue lo que dijiste?! —Eduardo estaba en shock.

Cipriano lo repitió con claridad.

Eduardo hizo mala cara: —Puede ser posible. Josefina no quiere que nos preocupemos. Hace dos años, cuando el presidente Alejandro y la señora Ana desaparecieron, ella era aún muy chica y solo se le enrojecieron los ojos. Nos dolía verla tan afectada. Ahora, incluso si alguien la está molestando, seguro no quiere que nos preocupemos. Dios mío, tengo que ver quién tuvo el coraje de drogar a Josefina. Vamos rápido a Villa Estrella de Mar. Lleva a tu esposa, porque dos hombres llegar solos podría ser inapropiado. Deja que tu esposa hable con Josefina.

—¡De acuerdo! Me preparo ahora mismo.

...

Josefina no tenía idea de lo mucho que Cipriano y Eduardo habían pensado.