Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1850

Ella llegó a toda prisa con los medicamentos ante Bernardo.

Bernardo tenía las piernas cubiertas de sangre.

La escena sangrienta asustó demasiado a Josefina.

—Tu pierna, ¿qué sucedió? ¿Fueron esas dos quienes te hirieron? Toma la medicina primero, luego te colocaré una inyección. Después... después trataré tus heridas.

Josefina se calmó.

Los ojos de Bernardo estaban muy rojos, mirando a Josefina frente a él, sintiendo que toda la resistencia que había tenido había valido la pena: —Me apuñalé yo mismo, eso no es nada.

Josefina entendió de inmediato por qué Bernardo se había herido a sí mismo, tal vez la medicina lo hacía perder el control, y para mantener la razón, tenía que usar el dolor para mantenerse lúcido por más tiempo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, una y otra vez: —Bernardo, ¡eres increíble! Lo soportaste.

Ella rápidamente le dio a Bernardo dos pastillas.

Luego le administró la inyección con destreza.

Después, preguntó dónde Bernardo había guardado las medicinas que le había dado antes, quería desinfectarle y vendarle pronto las heridas.

Bernardo señaló debajo de la cama: —Hay un pasadizo secreto por ahí.

Josefina siguió al pie de la letra las indicaciones de Bernardo y encontró los medicamentos.

El pasadizo era profundo, pero no se adentró más.

Solo tomó cuidadosa los medicamentos y salió.

Los ojos de Bernardo se aclararon más, quizás por efecto de las pastillas y la inyección que le administraron, lo que lo hacía ser más racional y estar menos adolorido.

Josefina se concentró en tratar la herida.

Sus movimientos eran suaves y precisos, temiendo lastimarlo.

¿Por qué no se escucha ningún sonido de placer? A esta distancia, no debería ser posible no oír nada, incluso si Bernardo no estaba en buenas condiciones, debería poder hacer algún ruido.

—¿Ves eso? ¿No hay dos personas acostadas frente a esa puerta?

—¡Eh? ¡Parece que sí!

Los dos se dieron cuenta de inmediato de que algo malo estaba pasando, ya que habían estado charlando todo el tiempo y no prestaron atención a lo que sucedía aquí, y solo ahora se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

No había absolutamente nada frente a esa puerta hace un momento.

Ambos corrieron hacia allá, y al ver a las dos mujeres desnudas en el suelo, quedaron estupefactos.

No era que nunca hubieran visto mujeres antes.

¡Pero la situación ahora era que las dos hembras estaban como Dios las había traído al mundo! Y además, eran aquellas mamacitas que antes deseaban con ganas pero nunca podían obtener.