Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1855

Por supuesto, este asunto era un secreto entre las dos.

Ignacio sonrió y dijo: —Bien, el próximo sábado mandaré a alguien por ti.

—No hace falta que lo hagas, Ignacio, ya he obtenido mi licencia de conducir, puedo ir por mi cuenta. —Respondió con prontitud Josefina.

En casa tenían cantidad de autos, y ella rara vez los conducía porque no le parecía conveniente para ir a la escuela. No le gustaba ser demasiado ostentosa.

A veces, ser demasiado ostentoso podía causar problemas innecesarios.

Sin embargo, por lo general podía conducir sin problemas.

Ignacio respondió: —Está bien.

Justo cuando Josefina iba a despedirse, Ignacio, de repente, lanzó la pregunta: —Josefina, ¿has tenido algún problema últimamente? ¿Algún chico en la escuela te ha estado molestando?

Los jóvenes de hoy en día, cuando perseguían a una chica, muchos no tenían paciencia, e incluso algunos recurrían a métodos inapropiados.

Incluso él pensaba que muchos jóvenes eran impacientes hoy en día.

Pero esa impaciencia, aplicada a los demás, no le importaba en lo absoluto.

Pero aplicada a Josefina...

Eso significaría que ese joven está buscando problemas.

Josefina se apresuró a decir: —No, estoy ocupada todos los días con experimentos y estudios, ningún chico me ha perseguido.

Ignacio sonrió: —No importa si los hay. A tu edad, en la universidad, es el momento de disfrutar de la juventud. Si algún chico te persigue, puedes traerlo para que yo lo conozca. Soy muy bueno juzgando personas, puedo ayudarte a ver si ese chico vale la pena.

Después de escuchar estas palabras, Josefina entendió la situación. Parece que aquella noche había alarmado a Eduardo y a Cipriano, quienes probablemente estarían demasiado preocupados, y luego también alarmaron a Ignacio.

Las explicaciones de ella aquella noche quizás no las creyeron.

En verdad...

No se pudo aclarar.

Mejor dejarlo así, cuando no encuentren nada, dejarán de buscar.

—¿Aroma? Tienes un olfato muy sensible. Traje pan y arroz caldoso, el pan lo empacó Antonio ayer, es delicioso. Hoy lo calenté bien temprano para traértelo. —Pensó Josefina que Bernardo se refería al delicioso aroma de la comida.

Bernardo no explicó ni una sola palabra más, se acercó y tomó la bolsa de las manos de Josefina.

Él no codiciaba la comida.

No le importaba pasar varios días sin comer.

Lo que él anhelaba era comer con Josefina.

Si pudieran estar juntos todos los días, estaría feliz de comer solo sopa clara y vegetales en cada comida.

Mientras tanto, no muy lejos de allí, dos figuras observaban en secreto cada movimiento dentro de la casa.

—¿Escuchaste al señor Bernardo hablando con alguien más?

—¡Cómo era una mujer!