Você está lendo Capítulo 212 do romance Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 212 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
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Qué lástima, no podía ver nada.
Solo veía un coche de edición limitada que él quería comprar pero no podía conseguir.
Sergio últimamente había escuchado mucho el nombre de Alejandro. Ahora su empresa enfrentaba una crisis enorme, y decían que con solo una pequeña ayuda de Alejandro, con una palabra suya, podrían resucitar.
—¿No te sorprende ver a Alejandro? Este complejo de aguas termales es propiedad del Grupo García. A veces viene a divertirse, es totalmente normal,—dijo uno de ellos.
—¿Podemos seguirlo?—preguntó Sergio.
Uno de sus amigos lo miró como si hubiera escuchado algo increíble,—¿Estás loco? ¿Sabes quién es él? ¡Es Alejandro! Si te atreves a seguirlo, ¿no quieres seguir viviendo en Ciudad A?
Sergio recuperó la sensatez, y tardíamente sintió un escalofrío en la espalda,—Era una broma.
—No hagas bromas así.
—He oído que tu empresa está en problemas, ¿quieres buscar a Alejandro para que los ayude a superarlo? Si me haces caso, te diré que no tengas esa idea. Tu familia y Alejandro no tienen ninguna relación, ¿por qué debería ayudarte? Si lo ofendes accidentalmente, aunque tu familia pueda recuperarse, no lo lograrán. En Ciudad A, evita meterte con Alejandro a toda costa.
Sergio se rindió por completo y ya no pensó en hablar con Alejandro.
Tras escuchar a su amigo, recordó algo. ¿Podría ser que el Grupo García no trabajara con su empresa debido a que Carmen intentó acercarse a Alejandro?
No, no podría ser.
Carmen es tan inteligente y hermosa, además de amable y comprensiva. Alejandro solo podría gustarle, no odiarla.
——
Cuando Ana bajó del coche, echó un vistazo a su alrededor.
El paisaje era realmente bonito.
No muy diferente del rancho de Ramón.
La última vez que vino fue de noche, así que no pudo ver bien alrededor, solo disfrutó de las aguas termales y no recorrió los alrededores.
—Quiero dar un paseo primero, ¿vienes?—le preguntó a Alejandro.
—Vamos juntos.—Alejandro cerró la puerta del coche con un gesto casual.
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