Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 213

De repente.

Desde el pequeño bosque se escuchaban sonidos entrecortados de respiraciones apresuradas de un hombre y una mujer.

Luego, se oyeron susurros y el ruido de ropa siendo acomodada, acompañado de conversaciones.

—Las medias se rompieron cuando el presidente Campos las jaló. Hoy vamos con prisa, no tengo tiempo, y no traje un par extra.

—Te pagaré cien pares.

—Entonces compraré cien estilos diferentes, para que puedas rasgarlas cada día. Pero, presidente Campos, ven y toca mis piernas. Sin medias son igual de suaves.

—Pequeña bruja.

Seguidamente, se escucharon de nuevo respiraciones entrecortadas y ansiosas.

Al principio, Ana no entendió lo que estaba oyendo ni lo que estaba pasando en el bosque.

Pero al escuchar las palabras y esos sonidos que hacían que el corazón le latiera más rápido y las mejillas se le sonrojaran, no pudo evitar ruborizarse, a pesar de lo resistente que era.

¿La gente hoy en día era tan atrevida?

¡Hacerlo en plena luz del día!

Pequeño bosque, pequeño bosque, siempre fiel a tu reputación.

Los ojos negros de Alejandro eran profundos y sin fondo, como si aquellas palabras tan vívidas no hubieran encendido ni una chispa en él.

Un verdadero caballero.

Ana parpadeó, sus largas pestañas rizadas ya no tan avergonzadas, y murmuró:—¿Qué pasaría si gritara que vamos al bosque a recoger setas? ¿Se asustarían? Ahora somos nosotros, pero quizás más tarde alguien curioso pase por aquí, y ellos dos no tendrían tiempo ni para ponerse los pantalones.

Y ahí estaba la imagen en su mente.

Dos personas en medio de su ardiente pasión, corriendo desesperadamente para encontrar sus pantalones, decidiendo entre cubrirse la cara o cubrirse abajo...

Los ojos negros de Alejandro parecían cambiar.

Su descripción era muy precisa.

El hombre en el bosque hace un momento, aunque habló poco, su voz le sonaba familiar.

Le parecía haberla oído antes.

Y el presidente Campos...

De repente, pensó en el esposo de Beatriz, Bryan.

Frunció el ceño, ¿sería posible? Había visto cuánto adoraba Bryan a Beatriz. Bryan era diferente a Carlos; él y Beatriz se conocían desde la infancia, desde que llevaban pañales, se conocían a la perfección. Además, Beatriz había dicho que Bryan tenía mucho trabajo en la empresa, que estaba muy ocupado, y hoy era día laboral, ¿cómo podría estar allí con otra mujer?

La última vez en el bar, el cariño y la atención de Bryan hacia Beatriz no parecían fingidos.

Algo que nunca había visto en Carlos.

Pero...

Beatriz le dijo por teléfono que mañana Bryan tendría un viaje de negocios, que esta noche no volvería a casa.

—¿Estás cansada?—preguntó Alejandro.