Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 239

Cada cierto tiempo, él sentía la necesidad de volver a casa para disfrutar de la comida que preparaba su madre.

Elena estaba cocinando y no escuchó la pregunta de Manuel.

Javier salió de su habitación con un libro en la mano, con el rostro serio, y dijo:—Porque van a venir invitados a la casa.

—¿Invitados?—Manuel estaba un poco desconcertado.

¿Qué invitados podrían venir a casa? Acababan de mudarse a la ciudad A y no tenían parientes allí.

En cuanto a sus propios amigos, solían reunirse fuera y no los traían a casa.

¿Acaso su madre había hecho nuevos amigos en su trabajo y los había invitado a casa?

La expresión de Javier se volvió un poco sombría. Miró hacia la cocina y dijo:—Es Carmen.

Al escuchar el nombre de Carmen, Manuel frunció el ceño, y su expresión también se tornó un poco oscura.—¿Ella?

—Mamá dice que Carmen sabe que cometió un error,—dijo Javier con una risa sarcástica.

Si Carmen admitiera sus errores, los cerdos volarían.

No viene por nada bueno; seguro que Carmen tiene malas intenciones.

Manuel frunció el ceño profundamente y dijo:—¿Mamá realmente se lo creyó?

Luego miró la mesa llena de platos, frunciendo aún más el ceño.—Parece que sí. Bueno, veamos qué trucos tiene bajo la manga.

¿De verdad cree que es la única lista y que todos los demás somos tontos?

Carmen definitivamente no tiene buenas intenciones.

—Comer con ella me repugna,—dijo Javier, frunciendo tanto el ceño que casi se le juntaban las cejas.

Ambos hermanos pensaban que su madre era demasiado fácil de engañar.

Ya habían conocido a Carmen antes. No era la primera vez que veían su verdadero carácter. Ahora que de repente mostraba una actitud más suave, definitivamente había alguna razón oculta.

En la puerta del edificio, en la planta baja.

La puerta no se abrió de inmediato.

Javier y Manuel no querían abrir la puerta.

Pero al ver a su madre ocupada en la cocina, Manuel dijo con resignación:—Que mamá se dé cuenta de una vez.

—Eres mi hermano mayor, tú abre la puerta,—dijo Javier, mirando la puerta como si fuera una bestia peligrosa.

La escena en el centro comercial aún estaba fresca en su memoria.

Manuel levantó una ceja y fue a abrir la puerta.

—Segundo hermano,—dijo Carmen con una dulce sonrisa en el momento en que vio a Manuel.

Manuel se pasó la mano por el brazo, sintiendo un escalofrío.—Tu segundo hermano es Gustavo, no me llames así.

Carmen apretó los dientes en silencio, pero siguió sonriendo dulcemente.—Él también es mi segundo hermano, pero tú eres mi verdadero segundo hermano.