Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 273

Alejandro, al escuchar "igual tú", bajó la mirada hacia su propio pecho.

Estaba lleno de marcas impactantes que Ana le había dejado la noche anterior.

No había sufrido ni un poco menos que ella.

En una sola noche, ambos habían terminado marcados por el otro.

Después de acostar a Ana en la cama, Alejandro fue a abrir el armario. Al ver que dentro había solo unas cuantas prendas dispersas, frunció el ceño.

¿Tan poca ropa?

—¿Qué quieres ponerte?—Miró hacia la cama, donde Ana yacía con un rostro visiblemente fatigado.

Ana, exhausta por todo lo sucedido, bostezó y señaló uno de los vestidos—Ese vestido negro largo.

Solo había un vestido negro en el armario, así que lo tomó sin dudarlo.

Luego, también sacó ropa interior y la puso sobre la cama.

—Voy a cambiarme primero.

En cuanto Alejandro salió, Ana miró la ropa interior que había dejado frente a ella y levantó la mano para cubrirse los ojos con resignación.

No podía quitarse de la mente la imagen de Alejandro, con toda seriedad, sacando su ropa interior.

No podía pensar con claridad.

——

Carlos estaba parado frente al edificio del Grupo Pérez.

Mirando los rascacielos frente a él y a la gente que entraba y salía, podía imaginarse a Ana trabajando dentro.

En su opinión, su hijo era perfecto.

El hecho de que su hijo aún quisiera a Ana y que Ana no regresara a cuidarla, eso era inaceptable.

Carlos frunció el ceño; su madre era demasiado optimista. Si Ana hubiera sido capaz de perdonarlo fácilmente, ya lo habría hecho antes.

Además, ahora Ana estaba trabajando en el Grupo Pérez, y las personas que encontraba y las experiencias que tenía no eran las mismas que las de antes.

—Mamá, si logro recuperarla, tienes que tratarla bien. Ahora tiene un trabajo, y probablemente no regrese al hospital para cuidarte. Si las enfermeras no hacen bien su trabajo, simplemente contrataremos a una nueva.—Dijo Carlos con voz firme.

En ese momento tenía ciento cincuenta mil dólares que había obtenido de Carmen, pero después de pagar algunas deudas, solo le quedaban poco más de cincuenta mil.

Todavía no era suficiente para saldar todas las deudas.

—Está bien, está bien, lo que tú digas. Es bueno que te preocupes por tu esposa.