Resumo de Capítulo 38 – Capítulo essencial de Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate por Internet
O capítulo Capítulo 38 é um dos momentos mais intensos da obra Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Segunda oportunidad, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Ana estaba preocupada por la condición de la abuela García. —¿Qué dicen los médicos?
Sabía que la abuela García siempre había tenido problemas cardíacos, había pasado por varias cirugías y solía ingresar al hospital con frecuencia.
Los mejores médicos habían determinado que, como mucho, le quedaban tres años de vida. Por eso Alejandro había firmado con ella un acuerdo de matrimonio oculto por tres años.
Antonio, el mayordomo, tenía los ojos algo enrojecidos. —El doctor dice que la situación de la señora no es muy optimista. Recomiendan que la familia la haga feliz todos los días, dentro del tiempo que le queda, con la esperanza de que tal vez ocurra algún milagro.
Ana sintió un nudo en la garganta y se acercó a la puerta de la habitación para mirar adentro.
La abuela García se veía muy desmejorada, nada que ver con su habitual sonrisa cariñosa, lo que le rompía el corazón.
Alejandro observaba a Ana en silencio. Al ver la preocupación genuina en sus ojos, no podía negar que ella realmente se preocupaba por su abuela, a pesar de cualquier mala impresión que tuviera de ella.
Las palabras de Antonio también le hicieron pensar que quizás no era el mejor momento para hablar de terminar el acuerdo.
—No tengo hambre, esperaré aquí a que la abuela despierte. —dijo Ana, sentándose a un lado.
Alejandro se sentó a su lado.
Afortunadamente, no tuvieron que esperar mucho, la abuela pronto despertó.
Ambos entraron de inmediato en la habitación.
La abuela García los miró, esbozando una sonrisa débil. —¿Les preocupé, verdad?
—¿Cómo se siente ahora, abuela? ¿Quiere que llame al médico? —preguntó Ana con una voz muy suave, como si estuviera calmando a un niño.
Ana tomó el estuche con cierta sorpresa.
—Alejandro no ha tenido tiempo de comprarte un anillo de bodas, así que yo, como su abuela, me he encargado de eso. Este anillo fue adquirido en una subasta y quiero que lo usen como su anillo de bodas. —explicó la abuela mientras lanzaba una mirada de reproche a Alejandro.
Ni siquiera le compró un anillo de bodas a Ana, y tuvo que ser su abuela quien se preocupara.
Alejandro frunció el ceño.
Ana, sorprendida, no abrió el estuche. —Abuela, el anillo es demasiado valioso. No puedo aceptarlo.
Un anillo de un millón de dólares era algo que no se atrevía a aceptar ni tenía el derecho de usar. Además, con el divorcio programado para mañana, no quería asumir la responsabilidad de cuidar algo tan valioso, temiendo cualquier pérdida que no pudiera compensar.
—Ana, por valioso que sea el anillo, no es más importante que las personas. Acéptalo, es un gesto de mi parte. Vamos, póntelo para que pueda verlo. —dijo la abuela García con una mirada gentil.
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