Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 453

¿Cómo es que Alejandro también ha venido?

Se sentía intimidado cada vez que veía a Alejandro, y al conocer la relación de Alejandro con Ana, su incomodidad y celos aumentaban.

¿Cómo podría alguien tan frío y despiadado como Alejandro saber cuidar de alguien?

Caio, notando el cambio repentino en la expresión de Pablo, lo empujó suavemente, susurrándole: —Alejandro es celoso. Si se entera de que piensas en su esposa, ¿imaginas cómo te castigaría?

Pablo, frunciendo el ceño, respondió con certeza: —¡Ya lo sé!

Desde que supo que Ana se había casado con Alejandro, había decidido aceptar la realidad y ver a Ana solo como una amiga.

En ese instante, Ana y Alejandro entraron.

Don Fernando les hizo señas con urgencia: —Anita, ven rápido a ver esto.

Ana aceleró el paso, diciendo: —Está bien.

Alejandro, siguiéndola de cerca con grandes zancadas, también entró.

Al ver a Caio, le sonrió.

Eran amigos desde la infancia y no necesitaban decir mucho al encontrarse; una mirada bastaba para decirlo todo.

Ana examinaba meticulosamente el objeto de bronce.

Al tocarlo, un escalofrío frío y siniestro pareció penetrar en la palma de su mano.

Su expresión cambió drásticamente.

Imágenes de extrema crueldad llenaron su mente; el objeto contenía cenizas humanas.

Específicamente de un bebé que no había cumplido un mes.

Respiró hondo; este malévico objeto era extremadamente insidioso y podía acortar la vida de aquellos que lo tocaban de manera imperceptible.

El resentimiento y la insatisfacción de decenas de miles de almas, acumulados durante largo tiempo, se habían intensificado.

¿Sabías que tu esposa era tan impresionante?

¿O ya lo sabías, y por eso te casaste con ella?

Alejandro, completamente tranquilo, miró a Caio con resignación.

Los ojos de Caio estaban llenos de preguntas.

Caio, retrocediendo discretamente, aunque joven, valoraba mucho su vida.

Prefería mantener distancia de tales objetos extraños, afortunadamente no había intentado tocarlo.

Al pensar que Don Fernando lo había tocado, Caio se puso nervioso y preguntó a Ana: —¿Esto ha afectado a mi padre?

Ana, frunciendo el ceño, respondió: —Sí, afectará.

La mera presencia de este objeto ante Don Fernando, quien se había concentrado en estudiarlo por un tiempo, indudablemente tendría un impacto.