Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 454

Don Fernando, con su vasta experiencia, ¿qué dificultades no ha enfrentado ya a su edad?

Solo se alarmó por un instante, pero rápidamente recuperó la serenidad.

—Don Fernando, esto es un amuleto que me dio la abuela Ruiz. Llévelo consigo; puede mitigar su influencia. Este mes debe tomar más sol, ya que el efecto adverso que este objeto de bronce le está causando desaparecerá en un mes. Además, debe cuidar su alimentación durante este período y asegurarse de no enfermar—, Ana sacó un amuleto de su bolso y se lo entregó.

La abuela Ruiz le había dado varios amuletos a ella.

En realidad, Ana también sabía fabricar amuletos, pero nunca había hecho uno para otra persona. La abuela Ruiz le había dicho que no debía hacerlo para otros, a menos que llegara el momento adecuado.

La carta que recibió de la abuela Ruiz después de renacer indicaba que ese momento había llegado.

Sin embargo, tratándose de Don Fernando y teniendo aún los amuletos que la abuela Ruiz le había dado, prefería no arriesgarse.

—¿Y nosotros? —Caio se tocó la nariz, un tanto avergonzado al preguntar.

Aunque todavía es joven, no quiere reducir su esperanza de vida sin motivo alguno, ni siquiera quiere enfermarse, ni coger un simple resfriado.

A Pablo no le importaba tanto, su preocupación principal era si su abuelo acabaría afectado.

Alejandro, con una mano en el bolsillo, permanecía de pie al lado, observando en silencio cómo Ana manejaba la situación.

En esos momentos, la mujer ante él parecía transformarse, desbordando un encanto fascinante.

Ana miró a Caio: —En cuanto a ti, señor Caio, no has sido muy afectado. Realiza más ejercicio al aire libre, acuéstate temprano y levántate temprano. Es posible que tengas algunas pesadillas, pero no enfrentarás otros problemas. Puedo preparar dos amuletos para ti y para Pablo.

Pablo, inflando el pecho, nunca ha sido cobarde y declaró sin miedo: —¿Solo pesadillas? Las tomaré como si fuesen un juego de escape room. ¿Qué debería temer un hombre?

En cuestiones de valor y coraje, Caio no le llega ni a los talones.

Caio lanzó una mirada a Pablo, el joven con quien competía.

Ana pareció relajarse un poco, aunque sacó dos amuletos de su bolso, que había dibujado anteriormente y siempre llevaba consigo: —Tomen estos por ahora.