Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 464

Después de revisar todos los medios y comprobar que no se había filtrado nada a la prensa, Beatriz sintió un gran alivio.

Parece que el encargado de la sucursal había gestionado la situación rápidamente, evitando un impacto mayor.

Probablemente, una vez que Bryan llegue allí, el asunto se resuelva de forma definitiva.

Las familias de los fallecidos también recibirán la atención necesaria.

Justo cuando Beatriz estaba a punto de dejar su móvil a un lado, se percató de un mensaje de WhatsApp sin leer.

Parecía ser de un desconocido con quien nunca había hablado, alguien a quien había aceptado como amigo hace un par de días y del que había olvidado completamente.

Abrió el mensaje:

[No conoces a Bryan.]

¿Cómo conocía esta persona a Bryan?

¿Sería algún amigo de Bryan o quizás un pariente de un amigo que usaba una cuenta secundaria para jugarle una broma?

[¿Quién eres?] preguntó.

Después de enviar el mensaje, dejó el móvil a un lado y tomó su ropa para ir al baño.

De hecho, había un olor; su ropa se había manchado con algo de salsa durante la comida y, si no hubiera sido interrumpida repentinamente, pensó que a Bryan realmente no le hubiera importado.

Recordando el incidente, Beatriz no pudo evitar sonrojarse y se dio una palmada en la cara, diciendo para sí: —Ya llevamos un año casados, no somos unos recién casados, ¿cómo puedo seguir sintiéndome tímida ante estas situaciones?

Después de ducharse y antes de ir a dormir, revisó su móvil una vez más; la persona que había enviado ese enigmático mensaje ahora estaba en silencio.

Era extraño.

Estaba a punto de eliminar el contacto, pero cambió de opinión.

Tenía el presentimiento de que esa persona no estaba simplemente jugando una broma.

Algo no estaba bien.

Decidió esperar y ver qué es lo que realmente quería esa persona.

Mientras dormitaba, Ana sintió que alguien la abrazaba.

Instintivamente, se acurrucó más cerca de ese abrazo.

Fue en ese acercamiento cuando empezó a despertarse.

—¿Has vuelto?

—Sí, duerme —respondió Alejandro con voz suave.

Ana, exhausta, murmuró un sí y cerró los ojos, cayendo rápidamente en un profundo sueño.

Alejandro contemplaba a la mujer que abrazaba, sintiendo de repente una ternura inusual.

Escuchando su respiración uniforme, también se fue quedando dormido.

A la mañana siguiente, al despertar, Alejandro preguntó a Ana: —¿Había algo que querías decirme ayer?

Ana, revitalizada al despertar, casi había olvidado los sucesos del día anterior.