Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 503

—No es así; no deberías hablar tan mal del presidente Campos, mi hijo...

Antes de que pudiera terminar, Beatriz interrumpió: —¿Quieres decir que tu hijo no es de Bryan? Puedes engañar a otros con esas palabras, pero a mí no. Además, ¿no está cansada Leticia de fingir? Si lo deseas, admítelo abiertamente frente a él.

—Y tú, Bryan, ya has dejado embarazada a Leticia. ¿Y aún así no quieres reconocer tu relación con ella? No sé qué estás pensando ni puedo adivinarlo; solo puedo decirte que, no importa cómo intentes ocultar la verdad, tu infidelidad es un hecho.

Bryan habló con dificultad: —Bea, vuelve a casa. Hay cosas que deberíamos discutir cuando estés más calmada; en unos días hablaremos detenidamente.

—No necesitamos hablar. Sería mejor que el presidente Campos firme pronto el acuerdo de divorcio, así evitaremos tantos problemas entre nosotros. Además, ¿piensas deshacerte de Leticia? Que se quede o se vaya realmente no cambia nada.— Beatriz estaba decidida.

Ahora, cada vez que veía a Bryan, no podía controlarse.

Las escenas del vídeo se hacían cada vez más claras y evidentes.

Llegó a la puerta de la habitación del hospital, se detuvo y se volvió para mirar a Bryan.

Al ver su mirada llena de dolor, se quedó helada por un momento, y un dolor denso y punzante le subió al pecho.

¿Podría él estar más dolido que ella?

—Para cualquier asunto futuro, por favor, que el presidente Campos contacte directamente con mi abogado. Los asuntos de nuestro divorcio se los dejo a él.

Bryan estaba pálido.

En sus ojos, ella, que siempre había sido inmadura y necesitaba protección constante, ahora manejaba sus asuntos con tal decisión, sin un ápice de hesitación.

El corazón de Leticia dolía más y más; sabía lo bien que él trataba a Beatriz, sabía cuánto la mimaba, pero ver cuánto la cuidaba era como recibir muchas bofetadas.

Ana, al salir del trabajo, fue abordada por una joven.

La chica, de unos dieciocho años, vestía de manera muy moderna, con un estilo despreocupado similar al de Pablo.

Para Ana, esa era la esencia de la juventud: vivir sin preocupaciones y con locura.

—Pablo dice que eres su tipo de chica, pero aparte de ser más bonita que yo, me parece que tienes una personalidad aburrida. Trabajar aquí todos los días sin ningún entusiasmo, definitivamente no eres mejor que yo. ¿Pablo se ha quedado ciego o qué? ¿Cómo es que le gustas a él?

La joven no ocultaba sus pensamientos y los expresaba sin reservas.

Ana entendió que Pablo había utilizado su nombre como excusa para rechazar a la joven.