Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 532

Nuria se sobresaltó y le tembló la mano.

Por poco se le cae la toalla de baño que llevaba puesta.

¿No habían dicho que todo estaba arreglado?

¿Cómo es posible que Alejandro todavía parezca tan alerta?

—Yo...

¿No se suponía que todo estaba bajo control? De repente, Nuria se llenó de terror.

Alejandro entrecerró sus oscuros ojos y avanzó hacia ella con paso largo. —¿Llegaste tan rápido?

Se quitó la corbata de un tirón.

—¿Qué... qué?— El miedo y el asombro todavía se pintaban en el rostro de Nuria.

¿Qué significa eso de "llegaste tan rápido"?

¿Sabía él que ella vendría?

Y además...

Cuando la vio, no mostró sorpresa alguna. ¿Acaso su padre y su tío habían informado a Alejandro de su presencia? ¿Tal vez Alejandro no es tan despiadado como ella pensaba? ¿Acaso él siente algo por ella y también le agrada?

El corazón de Nuria latía aceleradamente.

—Ana, ayúdame a quitarme la ropa.— Alejandro habló con un tono grave y algo impaciente.

Si no veía a la persona, no importaba, pero ahora que Ana estaba delante, no tenía sentido contenerse.

La expresión de Nuria cambió drásticamente, se volvió muy rígida.

¡Él la había confundido con Ana!

Este reconocimiento hizo que sus pensamientos anteriores parecieran ridículos.

Ella respondió con voz áspera, —Está bien.

Sus manos frías temblaban mientras alcanzaban hacia adelante...

—

Ana estaba a punto de irse a dormir cuando vio que Eduardo la había llamado, lo cual la sorprendió.

¿Por qué Eduardo llamaría a estas horas?

—Señora Ana, ¡ven rápido al Hotel Próspero! Algo debe haber pasado con el jefe. Te envié el número de habitación a tu WhatsApp, ¡ven rápido!

Cuando empujó la puerta hacia dentro, parecía como si algo la estuviera bloqueando; no importaba cuánto empujara, no se abría.

—¿Presidente García? ¿Estás ahí? ¿Qué está pasando?

Empujó con más fuerza.

Parece que con ese empujón, alguien detrás de la puerta cayó al suelo.

—¡Ah!

El grito de dolor de una mujer hizo que Eduardo abriera los ojos de par en par, dándose cuenta de repente de algo, —¡Mierda! No importa quién seas, aparta de aquí ahora mismo, ¿no te das cuenta de lo que estás haciendo? ¿No sabes que estás buscando tu propia muerte? ¡Voy a ver quién se atreve a tramar contra mi jefe!

Si alguien consigue hacerle algo a su jefe en su presencia, podría irse despedido y alejarse lo más posible.

—¡Fuera!

De repente, una voz fría y severa resonó desde dentro de la habitación.

Eduardo se quedó paralizado, —¿Presidente García?

¿El presidente García le está diciendo que se vaya?

—¿Eduardo? ¿Estás...?