Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 549

Ana sale del dormitorio de Francisco.

Al ver el coche de lujo estacionado junto a la acera, Ana suspira profundamente.

Recién había llorado y, por suerte, ahora que está anocheciendo y pronto se sentará dentro del coche, probablemente no se note mucho.

Lo que no esperaba era que cierto hombre tuviera una vista tan aguda.

En el momento en que se subió al coche, escuchó la pregunta del hombre: —¿Has llorado?

—No.— Ana negó con una voz un poco apagada.

Alejandro frunció el ceño y bajó la mirada para observar los ojos de Ana por un momento. —¿Francisco no te cree?

Después de todo, siendo ella tan fuerte, ¿cómo podría haber llorado tan fácilmente?

—No importa si él cree o no, lo que importa es que he involucrado a alguien inocente,— dijo Ana, sin mirar a Alejandro, sino hacia el exterior a través de la ventana del coche.

En la carretera hay muchos coches.

Y mucha gente.

Pero en este momento, su corazón se siente pesado, y por primera vez, duda de su decisión de casarse con Alejandro.

No teme a las tormentas y está dispuesta a enfrentar todo junto a él.

Pero eso no significa que su familia no tenga miedo.

Espera que el primer amor de Francisco sea un recuerdo digno de toda una vida, algo dulce, y no algo repleto de cálculos como ahora.

—Los de la familia Flores, no los dejaré pasar,— afirmó Alejandro con voz grave.

Desde su ángulo, podía ver un atisbo de confusión en los ojos de Ana, y, además...

Detectó agudamente que parecía querer distanciarse de él.

—¿En qué estás pensando?— preguntó él.

Ana, con el corazón apesadumbrado, desvió la vista de la ventana para encontrarse con la mirada inquisitiva de Alejandro. Tal vez hoy se sintiera un poco débil y no quisiera evadirse.

—Alejandro, continuemos con el matrimonio secreto durante tres años y luego divorciémonos. Nadie tiene por qué enterarse... Sigamos con el contrato.

Con el tiempo, realmente teme no poder controlarse.

Alejandro tensó los labios, una vena en su frente se marcaba levemente, indicando que estaba suprimiendo algo con gran esfuerzo.

De repente, de sus labios salió una orden helada, —¡Pare el coche!

El conductor pisó inmediatamente el freno.

Anteriormente, el conductor ya evitaba respirar ruidosamente.

Ahora, mucho más.

El coche se detuvo al borde de la carretera.

Alejandro miró a Ana con una expresión increíblemente fría, —Muy bien, Ana, ¡realmente eres increíble!

Luego, abrió de un tirón la puerta del coche y bajó.

Después, le ordenó fríamente al conductor: —Lleve a la Señora Ana de vuelta a La Villa Estrella del Mar.