Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 594

Ana se quedó sorprendida un momento. —¿No será eso? Siempre he sido así. Debe ser que la palma de tu mano está demasiado caliente; la temperatura corporal de los hombres es más alta que la de las mujeres.

¿Por qué últimamente está tan obsesionado con la temperatura de mis manos?

—¿No vas a recoger a Sofía?— preguntó ella.

Alejandro no mostró ninguna emoción. —Salvador irá por ella. Nosotros iremos a la Casa García a ver a la abuela.

—Oh, está bien.

—

En el aeropuerto.

Sofía miraba el teléfono colgado, y la sangre se le había ido del rostro.

—¿Qué pasa? ¿Qué podría pasarle a Alejito? He vuelto. ¿Acaso no quiere verme lo antes posible?

Nunca había pensado en dejar que Salvador viniera por ella.

Solo quería que Alejito viniera.

Entonces podría ir directamente a La Villa Estrella del Mar para quedarse.

En estos cuatro años, estudió en la universidad de Venturis y no volvió ni una sola vez, solo para hacer que Alejandro la visitara de vez en cuando y dejar que mucha gente en la ciudad A supiera que ella era especial para Alejito.

También quería que una distancia moderada entre ellos hiciera que Alejito la valorara más, que se preocupara más por ella.

Pero definitivamente no esperaba que él de repente se casara y se distanciara tanto de ella como ahora.

Ahora estaban más distantes que hace poco cuando ella estaba en Venturis.

Con los ojos enrojecidos por la pena, incluso después de recoger su maleta, no salió.

Finalmente cedió y llamó a Salvador. —Salvador, he vuelto. ¿Puedes venir al aeropuerto a buscarme?

Salvador llegó rápido.

En el momento en que vio a Salvador, Sofía se lanzó llorando a sus brazos. —Salvador, Alejito ya no se preocupa por mí. Pensé que se alegraría de saber que he vuelto, que dejaría todo de lado para venir a buscarme, pero no vino.

Una vez en el coche de Salvador, Sofía cambió de opinión. —¿Podrías llevarme a la Casa García? Quisiera ir a ver a Doña García primero, han pasado varios años desde mi última visita y ahora que he regresado, debería verla.

Salvador no tuvo objeciones. —Está bien, también quiero ver a abuela García, hace tiempo que no veo a Doña García.

—Detente en el centro comercial en el camino para comprar algunas joyas; a Doña García le gustan las joyas,— continuó Sofía.

Todavía necesitaba ganarse el favor de Doña García alineándose con sus gustos.

Después de seleccionar las joyas en el centro comercial, ambos se dirigieron a la Casa García.

Cuando los sirvientes los introdujeron en la Casa García, escucharon risas y voces alegres.

Raramente habían oído a Doña García reír tan abiertamente.

Entre esas risas, también pudieron distinguir la voz de Ana.

¿Ana también estaba allí?