Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 609

Mauricio llamó por teléfono.

—Señor Mauricio.— Beatriz apenas empezó a hablar cuando notó que su voz estaba ronca.

Probablemente, durante el viaje de regreso, había estado llorando en el coche, lo que le había dejado la voz afectada.

Del otro lado, Mauricio, al escuchar la voz ronca de Beatriz, frunció ligeramente el ceño, intuyendo que Beatriz debió haber enfrentado algún problema ese día.

—¿Has llorado?—, preguntó Mauricio con delicadeza.

De repente, Beatriz sintió que ya no podía contenerse más.

Sus ojos se enrojecieron.

No quería que sus problemas afectaran más al Señor Mauricio, especialmente después de sentirse ya bastante mal por eso ese día.

—No, quizá sea un resfriado, no es nada, Señor Mauricio, no se preocupe. Tomé medicina y estoy algo somnolienta, voy a dormir.

Mauricio guardó silencio por unos segundos, —Descansa bien, y si necesitas algo, llámame, no enfrentes esto sola.

Beatriz sintió una punzada en la nariz, —Está bien.

Observando todo lo familiar en su apartamento, de repente se sumergió en una profunda auto-reflexión.

No entendía por qué la vida le jugaba estas bromas.

¡No tenía ninguna gracia!

—

En el restaurante.

Un estofado humeante acompañado de un pastel dulce.

La atmósfera se había intensificado al máximo.

Donde Alejandro miraba, había una mano sosteniendo una copa de agua.

El anillo en su dedo índice irradiaba un calor sutil.

La mujer sentada frente a él tenía los labios manchados de crema. Se levantó, sacó una servilleta y le limpió suavemente, —¿Te gusta?—, preguntó.

Ana se quedó paralizada.

Lo miró a Alejandro, sorprendida.

—Sí, está delicioso.

Pero ese día, hasta ahora, había permanecido en silencio.

Un amigo sentado a su lado le preguntó: —Manuel, ¿por qué estás tan distraído? ¿Qué sucede?

Manuel tomó rápidamente un sorbo de vino, —Nada.

Estaba inquieto.

Su mente aún estaba ocupada por el encuentro aterrador en el elevador.

Ese legendario presidente García, que nunca se acerca a las mujeres y siempre rechaza a los demás, había iniciado una conversación con él inesperadamente y le había preguntado sobre su trabajo.

Era muy inusual.

—¿Has oído si alguien cerca de nosotros conoce a Alejandro?—, preguntó Manuel.

Su amigo negó con la cabeza, —¿Cómo podríamos conocer a alguien así? Incluso los directores y los inversores no necesariamente lo conocen. ¿Por qué? ¿Tienes un amigo que lo conoce? Si conocieras a alguien como él, podrías hacer lo que quisieras en la industria del entretenimiento.

Manuel apretó los labios con fuerza, —Entonces, ¿has oído si a Alejandro le gustan los hombres o las mujeres?

Era demasiado inusual, cuanto más lo pensaba, más extraño le parecía, y si no lo averiguaba, no podría dormir esa noche.