Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 62

Cuarenta minutos después, Ana llegó frente a la comisaría. Justo cuando había estacionado su coche y estaba a punto de bajar, recibió una llamada de Francisco.

—Anita, ¿dónde estás ahora? —preguntó Francisco.

—Estoy en el estacionamiento frente a la comisaría, planeo entrar y presentar una denuncia. ¿Por qué, hermano? —respondió Ana.

Francisco sonaba más relajado y satisfecho. —No necesitas ir a la comisaría ahora. Han aparecido muchos videos en línea, más completos que los tuyos. Hay videos de Carlos y Carmen yendo a hoteles y algunas citas en varios restaurantes. Incluso hay un supuesto ex compañero de secundaria tuyo que ha dado mucha información. Estamos en el primer lugar de las tendencias locales.

—Alguien ha revelado que fuiste falsamente acusada y censurada. Ahora estamos en ventaja; los que deberían estar preocupados son ellos.

Ana colgó la llamada de Francisco y fue a revisar de inmediato.

En efecto, los titulares habían cambiado. Había una avalancha de revelaciones que ocultaban las mentiras previas de Carmen y sus cómplices.

¿Será que la gente se hartó del control de los capitalistas sobre la opinión pública y, en un arranque de indignación, decidió alzarse como defensores de la justicia?

Estas voces ya existían anoche, pero habían sido silenciadas por la familia González; los bots no permitieron que esas voces se convirtieran en la corriente principal.

¿Entonces, cómo es que ahora están emergiendo?

Mientras Ana se sumergía en estas preguntas, recibió una llamada de Beatriz.

—Anita, no sé si fue por pedirle a algunos compañeros que hablaran, pero ahora los bots de la familia González no pueden ocultar la verdad. El cielo tiene ojos, ¿quién puede escapar de la justicia divina? Carmen hizo una declaración tan hipócrita que da risa.

—Y ese despreciable de Carlos también hizo una declaración diciendo que estabas celosa y calumniaste a Carmen. ¡Me dan ganas de darle un par de bofetadas! Cuando él venía a la universidad a buscarte, ya me caía mal. Había tantos chicos interesados en ti. Hermana, llevamos casi un mes sin vernos, ¿verdad? Antes cuando te buscaba, justo habías regresado a la casa de los González y no tenías tiempo. Además, por donar sangre frecuentemente te enfermabas. ¿Ahora sí tienes tiempo?

—De ahora en adelante, siempre tendré tiempo. Tú elige el lugar y yo invito. —dijo Ana con una sonrisa.