Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 621

—Deja de gritar, yo tengo que irme a casa, aún tengo que hacer entregas.— Gustavo subió directamente a la moto eléctrica que estaba aparcada al lado.

Todavía llevaba puesto el uniforme de repartidor.

Había perdido casi un día entero y todavía no había conseguido el dinero necesario para la comida del día siguiente.

Las experiencias recientes le habían hecho olvidar quién había sido el presidente Gustavo en el pasado.

Sergio rodó los ojos. —Gustavo, ¿realmente te conformas con repartir toda la vida? Tú eras el presidente Gustavo, antes dirigías una gran empresa.

—¿Debería ser como tú, que no aportas nada útil y estás desempleado permanentemente?— respondió Gustavo con frialdad.

Ni José ni Sergio habían logrado enfrentarse a la realidad aún.

Sergio se mostró visiblemente enfadado. —No es que no tenga trabajo, soy una estrella, ¡solo estoy esperando una oportunidad para volver a brillar!

—Con ese nombre, en el mundo del espectáculo no tendrás otra oportunidad de brillar, mejor piensa en cómo vas a ganar el dinero para la comida de mañana y los gastos básicos!— Gustavo le advirtió con severidad antes de marcharse.

Viendo a Gustavo alejarse en su moto eléctrica, Sergio se quedó sin palabras por la frustración.

No, algún día volverá a brillar.

Estaba a un paso de convertirse en una estrella de gran renombre e influencia, había interpretado tantos roles principales, ¿cómo podría desvanecerse así?

¡Si Manuel podía conseguir roles principales, él también lo lograría!

—¡Definitivamente triunfaré, definitivamente volveré a brillar! Cuando eso ocurra, todos los que ahora me desprecian cambiarán de opinión sobre mí.

—¡Le pediré ayuda a Ana, y a Alejandro que me dé otra oportunidad para brillar!

—

Ana acababa de aparcar su coche y estaba a punto de entrar en casa cuando Alejandro llegó.

Ambos entraron juntos.

—Si se ha dado por vencido o no, no tiene nada que ver conmigo. ¿Qué te apetece cenar esta noche? Voy a cocinar.

Al ver que Ana mencionaba a Carlos con un tono indiferente y despreocupado, las comisuras de los labios de Alejandro se elevaron, —Cocinemos juntos.

—Está bien.

—

Carlos tenía el rostro sombrío.

La llamada colgada lo dejó en una posición embarazosa.

Acababa de aterrizar de su vuelo y casi sin descansar, lo único que quería era oír la voz de Ana, pero no esperaba que Ana siguiera siendo tan implacable.

—Has ganado tanto dinero ahora, podríamos dejar la ciudad A, ese dinero es más que suficiente para comprar una gran casa y luego podrías abrir una tienda, ¿qué mujer no querrías tener? ¿Por qué tiene que ser Ana? Si ella te hubiera esperado, no habría problema, pero ahora ella está con alguien más, ¿aún la quieres? ¡Mira cómo me trató, colgándome el teléfono!

Sara estaba extremadamente insatisfecha, orgullosa de la excelencia de su hijo y de su sentido de superioridad, pensando que nadie era digno de él.