Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 649

Carlos miraba hacia abajo la fotografía que había caído al suelo.

Vio las imágenes donde él forzaba a Carmen, y también donde vendía a Carmen y a José...

Todo capturado por cámaras de alta definición; su expresión estaba claramente visible.

De repente, Carlos se llenó de terror; ya carecía de presencia frente a Alejandro, y ahora sus piernas se debilitaban aún más, sus rodillas temblaban, apenas podía sostenerse sin caerse al suelo.

—¡Estas fotos son falsas, esa persona no soy yo, esto es ilegal, jamás haría algo así!

Se negaba a admitirlo, ¡decididamente no podía admitirlo! ¡Él no puede admitirlo de ninguna manera!

¡Todo esto no es él!

Alejandro, sin paciencia para discutir con Carlos, miró brevemente a Eduardo.

Eduardo se rió de la estupidez de Carlos, —He visto tontos, pero nunca a alguien tan tonto como tú. Si no fuiste tú, ve y díselo a la policía, yo haré de buen ciudadano. Por cierto, también tengo aquí un registro de transferencia de tu tarjeta bancaria, parece que eres muy hábil y pediste un alto precio. La cadena de evidencia es clara, con las leyes actuales, pasarás el resto de tu vida en la cárcel.

Había visto malhechores, pero nunca a alguien que se engañara a sí mismo de tal manera.

Carlos podría parecer una persona normal por fuera, pero en realidad era extremadamente despreciable, hasta el punto de ser ridículo y despectivo.

Justo cuando Eduardo terminó de hablar, sacó su móvil preparándose para llamar al 112.

—¡Espera! ¡No llames!

Carlos se asustó.

¡Definitivamente no quería ir a la cárcel!

Él sabía muy bien si las fotos eran reales o no; había pensado que podría engañarlos, hacer que Alejandro creyera que las fotos eran falsas, pero nunca esperó que Alejandro no cayera en la trampa.

Había oído que en la ciudad A no debías ofender a Alejandro, ni meterse con la gente de la familia García, y ahora veía que los rumores eran ciertos.

¿Quién hubiera pensado que Alejandro no toleraría ni al exnovio de una amante? Incluso tenía gente vigilándolo en secreto.

¡Era aterrador!

Con un hombre tan temible, ¿Ana realmente sabía a quién se estaba enfrentando? ¿No temía lastimarse al final?

¿No temía terminar sin conseguir nada?

Eduardo soltó una risa fría, —¿Finalmente recuerdas lo que hiciste?

—¡Ah!

—

Ana regresó a La Villa Estrella del Mar, se duchó y luego charló un rato con Elena y Francisco antes de irse a dormir directamente.

En medio de la noche, de repente escuchó un ruido a su lado.

Parecía que alguien se había acostado.

Ana, alerta, preguntó: —¿Quién es?

No podría ser Alejandro, Alejandro estaba de viaje.

¿Podría ser...

Carlos?

¡Carlos era tan audaz que se había atrevido a irrumpir en una casa privada?!