Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 672

Ana se alejó unos pasos y luego se detuvo.

Volvió a mirar a Sara.

Sin ocultar el desdén en sus ojos, la miró desde lo alto con frialdad.

Aunque no habló, su mirada fue tan intimidante que Sara se asustó profundamente.

No fue sino hasta que Ana se alejó, que Sara pudo reaccionar después de un buen rato.

Fue solo después de que ya no había rastro de Ana delante de ella que Sara pudo reaccionar.

Golpeó sus muslos furiosamente.

—¿Cómo permití que ella me intimidara así y luego se fuera? ¡Esto me mata de rabia!

—¿Cómo puede esa mujerzuela hechizar a mi hijo? ¡No tiene sentido!

Algún día, Ana recibirá su merecido.

Y vendrá a mí llorando, rogando por volver con Carlos.

En ese momento, una voz fría resonó detrás de ella.

—Tu hijo no vale ni para limpiarle los zapatos a Ana. Si te atreves a causar más problemas frente a nuestra empresa, ¿crees que no tengo maneras de hacerte pagar, a ti y a tu hijo?

Sara se sintió sorprendida.

Se volvió, algo aturdida, para mirar a la persona que le estaba gritando.

Al ver que era un joven, no lo tomó en serio y lo reprendió con furia: —¿También tendrás algo que ver con Ana, verdad? ¡Defendiéndola sin entender la situación, estás completamente engañado!

Estas personas son todas unas ciegas.

Aparte de tener un rostro bonito, ¿qué más tiene Ana de bueno?

Todos están tan confundidos que no pueden ver la realidad.

—Si ella viene otra vez a nuestra empresa, expúlsenla inmediatamente. Si intenta causar problemas, llamen a la policía inmediatamente. Y consigan un abogado, porque voy a demandar hasta que pierda todo lo que tiene. —dijo Pablo con una voz helada a los guardias.

Sara palideció, dándose cuenta de que la situación era grave.

El joven frente a ella no era tan simple como parecía.

—¡Yo vine aquí para ver a Ana, no a causar problemas! De ahora en adelante... de ahora en adelante ni siquiera vendré aquí. Estás pensando demasiado. ¿Y ahora me quieres echar? ¿En este lugar donde no saben juzgar a las personas? ¿Crees que volvería? ¡Te digo, si sigues protegiendo a Ana, tarde o temprano pagarás! ¡Ana es una mujerzuela! —Sara empezó a gritar sin importarle nada.

Pablo se enfureció y levantó el pie para patear a Sara.

Ella se asustó terriblemente.

Afortunadamente, un guardia lo vio y detuvo a Pablo: —Patear a esta mujer solo traerá problemas. Si se atreve a volver, garantizo que la haré pasar un mal rato antes de que se vaya.

Pablo miró a Sara con ojos feroces, como si estuviera a punto de patearla mortalmente si volvía a insultar a Ana.

Sara era muy consciente de que los hombres jóvenes son impulsivos, y cuando dicen que pueden matar, realmente podrían hacerlo.