Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 695

Eso confirma que, al final, Ana no fue maltratada.

Menos mal.

Ana asintió ligeramente y miró a su alrededor. En la habitación del hospital, solo estaban Eduardo y Cipriano: —¿Y el presidente García?

—El presidente García ha ido a resolver algunos asuntos, acaba de enviarme un mensaje; llegará al hospital pronto. —Eduardo evitó explicar a dónde había ido Alejandro.

Después de todo, lo que el presidente García decide hacer personalmente, es mejor no mencionarlo si no es necesario.

Las personas temerosas podrían asustarse.

Él intuía algo.

Después de todo, ahora poseía todas las pruebas.

Eran pruebas recolectadas por Ignacio, saldando viejas y nuevas cuentas, el presidente García seguramente buscaría una venganza feroz.

Ana no preguntó más: —¿La abuela García sabe que fui secuestrada, verdad?

—Sí. —asintió Eduardo, y no solo doña García lo sabía, sino que la familia Pérez y Ramón también estaban informados; todos habían contribuido en secreto, de otro modo no habrían encontrado a Ana tan rápidamente.

Pero esta noche fue demasiado peligrosa.

Si hubieran llegado media hora más tarde, cuando llegaran, Ana realmente habría sufrido un maltrato por parte de esos canallas.

Ana dijo rápidamente: —Por favor, dile a abuela García de mi parte que no se preocupe, ahora estoy bien.

—Vale, hablaré con doña García en este momento.

Al ver que Eduardo empezaba a llamar directamente, ella se sintió más tranquila.

Unos minutos después.

Eduardo fue a la oficina del médico.

Mientras él y el médico se dirigían hacia la habitación del hospital, una figura apareció detrás de ellos.

Sofía observaba atentamente a Eduardo y al médico.

Había escuchado parte de su conversación.

Hablaban sobre la situación de Ana, mencionando que Ana había despertado. El médico le aseguró a Eduardo que no se preocupara, también mencionó que las heridas de Ana habían sido tratadas y no habría problemas.

Parecía que no veía a nadie más.

Ni siquiera miró en su dirección.

Ella estaba justo detrás de Eduardo y del médico, y él solo tenía que levantar la vista para verla.

Fue completamente ignorada.

Luego, Eduardo y el médico también entraron en la habitación.

Ella se quedó fuera, escuchando la conversación dentro.

Alejandro preguntaba con voz suave: —Tranquila, aquellos que te hirieron ya han pagado el precio.

—Está bien, confío en ti.

La voz de Ana sonaba débil.

Solo al escuchar su voz, se podía intuir que las heridas de Ana debían ser graves.

Sofía apretó los labios con fuerza, sintiendo cómo la envidia se acumulaba en su pecho; a pesar de haber crecido junto a Alejandro, ¡nunca lo había visto ser tan tierno!