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¡Nadie puede compararse con Eduardo!
—Si estás resfriado, deberías ir al hospital.— La voz de Ana llegó unos segundos después de que él terminara de hablar.
Su tono sonaba distante.
Eduardo se sentía aún más confundido, —Eh... señora, ¿quizás podría venir a ver? El presidente García está enfermo, no le gusta ver al médico ni tomar medicamentos, y no escucha lo que digo. Después de todo, soy solo un empleado y tengo que observar las expresiones del presidente García para actuar; sus palabras no tienen el mismo peso.
—No me hará caso, podrías hablar con la señorita Patricia. Estoy ocupada ahora mismo, hablamos luego.— Ana respondió después de unos segundos de silencio.
El tono con el que se cortó la llamada hizo que Eduardo abriera los ojos de par en par.
Esa actitud...
¡La situación es grave!
¿Será posible que estos dos hayan cortado relaciones por completo?
Y además, Ana mencionó a Patricia voluntariamente, ¿podría ser... que el presidente García, por Patricia, cortó relaciones con Ana?
¿En el corazón del presidente García, Ana sigue sin compararse con Patricia?
Esto esto esto...
Después de esta llamada, él estaba aún más confundido.
Si la persona importante para el presidente García es Patricia, ahora que ha cortado relaciones con Ana, debería estar feliz, al menos podría casarse con Patricia.
Pero el presidente García no parece feliz...
Esto se complica.
Lo más complicado es que es muy difícil entender los pensamientos del presidente García, son demasiado impredecibles.
—
Ana terminó la llamada algo distraída.
Pablo acababa de ir a reservar unos boletos de avión.
Cuando volvió y vio a Ana absorta en sus pensamientos con un semblante no muy alegre, preguntó de inmediato: —Ana, ¿en qué estás pensando? ¿No te sientes bien?
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