Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 809

Alejandro entrecerró los ojos: —Ya no eres un niño pequeño; debes resolver tus problemas por ti mismo. ¿Acaso llorar soluciona algo?

—Yo...

—Recuerdo que hiciste muchos amigos y también tenías un novio en la universidad. Podrías pedirle que viniera a trabajar a Ciudad A. —Añadió Alejandro.

Sofía, asombrada, replicó: —Yo no tuve novio en la universidad, Alejandro. ¿Quién te dijo que tuve un novio? Es cierto que alguien me cortejó durante la universidad, pero esa persona era solo un compañero de clase, a lo mucho un amigo; definitivamente no éramos novios, nunca he estado en una relación.

Alejandro respondió con indiferencia: —No importa si has estado en una relación o no.

—Alejandro, yo... —Sofía intentó aprovechar el momento para confesar sus sentimientos, pero antes de que pudiera terminar de hablar, la aparición de Narciso la interrumpió.

Narciso parecía sorprendido al ver a Alejandro: —¿Alejandro, qué coincidencia, no?

Alejandro entrecerró más sus ojos, su mirada afilada: —¿Coincidencia?

—Me ves y ni siquiera me dices "hola, papá". —Dijo Narciso, frunciendo el ceño.

Kenia aprovechó para hablar: —Alejandro, ya que nos encontramos hoy por coincidencia, mejor decirlo todo. En realidad, lo que pasó aquel año no fue culpa de tu padre ni de tu madre; fue mía. Todo fue mi culpa y eso ha causado todas estas consecuencias. He vivido con remordimientos todo este tiempo, y después de tantos años, tú y tu padre no deberían dejar que esto afecte su relación. Haré todo lo que esté en mis manos para enmendarlo.

Esas palabras fueron dichas con gran sinceridad.

Sentimientos verdaderos y un profundo arrepentimiento.

Aunque había dejado el mundo del espectáculo hace muchos años, su habilidad actoral todavía superaba a muchas actrices.

Sofía se quedó boquiabierta al escucharla.

Si no supiera cómo es realmente Kenia, definitivamente pensaría que estaba arrepentida de verdad.

Alejandro mostraba un semblante frío, como si las dos personas que aparecieron de repente fueran una presencia repulsiva. No ocultaba su disgusto en la mirada y dijo sin rodeos: —Apártate.