Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 838

Bryan cambió su expresión.

Claramente, encontrarse con Alejandro y Ana en el centro comercial fue una sorpresa.

—¿Qué casualidad, no? —Fue lo primero que dijo Bryan.

Alejandro respondió con un gesto.

Ana no contestó, y desde el teléfono, Beatriz expresó su sorpresa por el silencio de esta: —Anita, ¿por qué has dejado de hablar de repente? ¿Será que la señal está mala? No importa, el lugar que mencionaste lo conozco, espérame, ¡estaré ahí en dos minutos!

Sin esperar respuesta de Ana, Beatriz colgó.

El tono del teléfono resonó al colgarse.

Ana solo pudo bajar el teléfono de su oído.

Antes, estaba demasiado lejos para ver bien la cara de la mujer de cabello corto; ahora podía verla claramente.

Parecía ser Rocío, la protagonista de una popular serie de televisión sobre amor escolar que recientemente se había hecho famosa, cuyo personaje es joven y vibrante, convirtiéndose rápidamente en la diosa de la escuela para muchos jóvenes.

Rocío, al lado de Bryan, pareció reconocer a Alejandro: —¿Presidente García?

Luego siguió la mirada de Bryan hacia Ana.

De repente, sintió un sentido de crisis.

Parecía que no era del mundo del espectáculo, porque en ese ámbito no había visto a ninguna estrella tan abiertamente hermosa.

Bryan asintió hacia Ana.

Ana respondió con otro asentimiento.

En ese momento, el empleado trajo la ropa ya empacada: —Ya está todo listo.

Alejandro pasó una tarjeta.

El empleado, al ver que era una tarjeta negra, se iluminaron sus ojos.

Inmediatamente la tomó para procesar el pago.

—Voy a ver la ropa. —Rocío fue astuta y no indagó quién era Ana.

Porque ella no había oído que Ana tuviera algún vínculo con Alejandro en el mundo del espectáculo.

Ella pensó que sería mejor evitar que Bryan y Beatriz se encontraran.

La última vez que se encontraron en el elevador, la actitud de ambos fue un poco incómoda.

Beatriz tardaría un poco en llegar.

Entonces le dijo a Alejandro: —Acabo de recordar que no he comprado una crema hidratante, voy a comprarla ahora y luego vuelvo a buscarte.

Alejandro levantó ligeramente las cejas: —Te acompaño.

Ella estaba a punto de decir que no era necesario, cuando de repente apareció una figura apresurada y muy radiante: —¡Anita, aquí estoy! ¿Ves qué rápido fui? ¡Podría encontrar cualquier tienda de ropa femenina en este centro comercial con los ojos cerrados!

Beatriz sonreía radiante, probablemente porque había pasado más tiempo al sol últimamente, su rostro no estaba tan pálido como antes, pero sí muy brillante y soleado.

Era como si llevara un pequeño sol dentro de sí.

Su presencia disipaba cualquier sombra.

Con solo una mirada, uno podía decir que recientemente había vivido libre y despreocupadamente.