Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 862

—Salvador, antes fui yo la que estuvo equivocada.

Sofía presionó ligeramente sus ojos para detener las lágrimas que amenazaban con caer.

Salvador se quedó un poco sorprendido.

Luego, mirando a Sofía con aire pensativo, le dijo: —¿Qué es lo que realmente quieres decirme?

Sofía no esperaba esa respuesta de Salvador, mucho menos que su tono fuera tan frío.

Era aún más frío que antes.

La diferencia entre cómo la trataba ahora y cómo la trataba antes era abismal.

Ella sintió un nudo en el corazón: —Salvador, ¿realmente tenemos que llegar a esto? ¿Por qué tienes que ser tan frío conmigo? Nos conocemos desde hace tanto tiempo, antes nunca me trataste así. Ya debes saber que estuve en un accidente, pero, ¿por qué no fuiste a verme al hospital?

—¿Olvidaste lo que te dije aquella vez? Además, ¿no tienes a alguien más a tu lado ya? — Salvador frunció el ceño.

Antes, cuando Sofía lloraba, él se sentía tan afectado y le dolía verla así, pero ahora, no sabía por qué, solo sentía impaciencia.

Sofía no era tonta, se dio cuenta de la impaciencia de Salvador. ¿Qué significa eso de que tiene a otra persona cerca?

¿Quién está hablando tonterías frente a Salvador?

¿Sería la prometida de Salvador, Lourdes?

—Salvador… ¿quién te dijo eso? ¿Cómo puedes pensar eso? Sabes que la persona que me gusta es Alejandro, ¿cómo podría estar con otra persona? Pero ahora lo he entendido. Yo y Alejandro no tenemos futuro, él ya está casado, y debería dejarlo ser feliz. —A medida que hablaba, las lágrimas volvieron a caer sin poder detenerlas.

Su apariencia realmente conmovía.

Salvador frunció el ceño: —El día que me fui de tu casa, vi a esa persona, estaba en el balcón de tu casa.

El rostro de Sofía cambió instantáneamente. ¿Lo vio?

Ese día, Narciso realmente había estado en el balcón.

Su departamento estaba en un piso alto, por lo que, aunque Salvador lo hubiera visto, no debería haber podido ver su rostro.

Y, según decían, gracias a la relación con Fernando, tenía una posición muy importante dentro del equipo, especialmente en la restauración de antigüedades, casi no tenía fallas.

Cuanto más se daba cuenta de las habilidades de Ana, más sentía como si alguien le estuviera dando una bofetada en la cara.

Justo cuando estaba a punto de irse, una voz familiar la llamó desde atrás.

—Cuando regreses, te invito a comer, ¿qué tal una zarzuela de mariscos?

Ella se dio la vuelta y miró hacia allá.

Vio a Ana y Beatriz salir del centro comercial, riendo y conversando entre ellas.

Beatriz asentía repetidamente y decía: —¡De verdad, la persona que más me entiende en este mundo eres tú! Durante los tres meses que estuve fuera, no puedes hacer nuevos amigos, ¡la única persona con la que puedes ser más amiga es conmigo, ¿me entiendes?

—¡Está bien, está bien! No necesitas que te lo recuerde, yo me encargaré de eso.

—¡Yo también, yo también! No te preocupes por eso.