Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 871

—Ana, ¿me puedes llevar a ver a Teresa? Ella está pasando por algo mucho peor que yo. Yo ya me he calmado y sé que mi hermano me ayudará a hacer justicia, sé que ya no tengo que temer. Pero... la familia de Teresa no es tan buena, tengo que verla. Si no la veo, no podré dormir. — Haila le pidió a Ana.

Ana miró a Haila, que tenía los ojos rojos e hinchados y el cuerpo lleno de heridas. Después de unos segundos de silencio, asintió: —Está bien, te llevaré.

Cuando Ana y Haila salieron de la habitación, Alejandro, que estaba sentado justo frente a ellas, se levantó.

—Voy a dar una vuelta con Haila, no saldremos del hospital, no te preocupes. —Ana le dijo a Alejandro.

Alejandro asintió con la cabeza.

Al ver a Haila con heridas en la cara, Alejandro pensó: Esos chicos están completamente acabados.

...

En el momento del incidente, cuando las amenazas y las súplicas no tuvieron efecto, Haila llamó a Ignacio.

Varios compañeros de clase de Haila, al darse cuenta de que ella había hecho una llamada, inmediatamente le arrojaron el teléfono.

Pero Ignacio respondió la llamada y, al saber dónde estaba Haila, llamó a la policía y acudió a rescatarla.

Cuando rescató a Haila, también salvó a Teresa y la llevó al Hospital del Sol.

Cuando ambas salieron del ascensor, escucharon una discusión en el pasillo.

—¡Qué vergüenza! ¡Ahora ya está! Antes pensaba que cuando se graduara de la universidad, le conseguiría un esposo que pudiera darme 70 mil dólares para el regalo de bodas, ¿y ahora qué? ¡Gastamos tanto dinero para que estudiara y ella termina seduciendo a sus compañeros de clase, y no solo a uno, sino a cuatro o cinco! —María, la madre de Teresa, golpeaba fuertemente su pierna, muy enfadada.

—¡Papá, mamá, ustedes antes me dijeron que esperara unos años, que cuando ella se graduara de la universidad, me darían 70 mil dólares para comprarme una casa grande y casarme! ¿Y ahora qué? ¿Quién va a darme 70 mil dólares por Teresa? ¡¿Qué voy a hacer con esos 70 mil dólares?! ¡Ahora lo que más quiero es entrar y matar a Teresa! ¡Ella me arruinó la vida! —Andrés Medina dijo con rabia.

Haila, con los ojos enrojecidos y caminando lentamente debido a las heridas, les señaló con furia y les gritó: —¡¿Acaso no son humanos?! ¡Son la familia de Teresa! ¡Ya está sufriendo lo suficiente porque la lastimaron, y ustedes ahora le echan toda la culpa a ella! ¿Por qué no van a buscar a los que la hicieron daño?!

Los tres se quedaron atónitos, sorprendidos por la intervención de alguien que defendía a Teresa.

Al ver a Haila, con la cara llena de heridas y vestida con ropa de hospital, rápidamente dedujeron quién era.

María señaló a Haila y comenzó a maldecirla: —¿Tú eres otra de las chicas que seduce a los hombres, verdad? ¿Quién te dio el valor de hacer una denuncia? Dime, ¿fuiste tú la que pervirtió a nuestra Teresa? ¿La hiciste seducir a los chicos como tú? ¡Ustedes son unas malas personas! ¡¿Tan jóvenes y ya se ponen a seducir a los hombres?!

Haila temblaba de ira: —¡Tú!

—¿¡Tú!? ¡Con menos de veinte años, ya has sido usada por varios hombres, y tienes la cara de acusarnos a nosotros! ¡Teresa últimamente nos responde y se rebela, seguro que fue porque te siguió el mal ejemplo de ti! —Andrés la miró de arriba abajo, evaluándola con los ojos entrecerrados.

Era más bonita que su hermana, y aunque ya la hubieran usado, no le importaría casarse con ella.