Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 872

De repente.

Él miró a Ana con los ojos brillando.

Al mirarla, no pudo apartar la vista.

¡Qué belleza!

—¡Tú! —Haila había conocido a muchas personas descaradas, pero nunca había visto a alguien tan descarado como la persona frente a ella.

Ana la protegió, poniéndola detrás de ella, mientras le entregaba su teléfono móvil.

Haila se quedó desconcertada por un momento al recibir el teléfono.

En la pantalla decía que estaba en una llamada.

—Lo que dijiste hace un momento quedó grabado por las cámaras de seguridad. Además, ustedes distorsionaron los hechos y difamaron a otras personas. Todos tenemos el derecho de presentar una demanda. —Dijo Ana con voz fría.

Cuando vio la mirada lasciva de Andrés, su expresión se volvió aún más fría.

Los tres de Andrés se sorprendieron por la actitud de Ana.

Miraron alrededor y, efectivamente, vieron las cámaras.

—Son cámaras de alta definición. Todo lo que hagan ha sido grabado. —Continuó Ana.

—¿Ustedes creen que merecen ser padres de alguien?! —Preguntó Haila con los ojos enrojecidos de rabia.

Ella había sufrido tanto por culpa de otros, todavía sentía dolor en su cuerpo, pero sabía que no podía dejarse vencer por ese sufrimiento, tenía que ser fuerte.

Eso era porque sabía que Ignacio lucharía por ella, y Ana estaría a su lado.

Tenía de quién depender, por eso no podía caer en la desesperación por los insultos de los demás.

Pero Teresa… Ella, que era la verdadera víctima, que aún yacía inconsciente en la cama, su familia no la defendía. En cambio, la culpaban, echándole sobre ella acusaciones sin fundamento.

Justo cuando su mano iba a caer, Ana la atrapó.

Un golpe se estrelló contra su rostro.

—¿Te atreves a golpearme?! —Andrés abrió los ojos de par en par, se cubrió la cara y estaba a punto de golpear a Ana de nuevo.

Braulio y María, al ver que su hijo había sido golpeado, se lanzaron hacia Ana y Haila para atacarlas.

En ese momento,

La puerta de la habitación se abrió.

Teresa, débil, se apoyó en la puerta y los miró: —No... no maltraten a Haila...

La voz de Teresa era débil y carecía de fuerzas.