Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 885

—Vengo a visitar a una amiga. —Respondió Ana con tono frío.

Ignacio solo me contestó con esa misma frase.

Los ojos de Patricia se desplazaron entre Ana e Ignacio varias veces. Qué casualidad, ¿ambos viniendo a ver a una amiga?

Cuando había caminado hacia ellos, había notado que Ignacio miraba a Ana de una manera que no podía considerarse inocente.

—No sé si la Señorita Ana podría sacar media hora de su tiempo para tomar un café conmigo.

Ana sabía que Patricia no se rendiría fácilmente, que seguiría buscando oportunidades para hablar a solas con ella. Si esta vez no lo conseguía, lo intentaría nuevamente.

Así que...

—Está bien.

...

Treinta minutos después.

Ambas llegaron a una cafetería frente al hospital.

A esa hora, la cafetería estaba casi vacía.

Ana se sentó y pidió solo un vaso de agua.

Patricia pidió un café, lo probó y luego levantó la vista hacia Ana.

No podía negar que Ana, aunque de origen humilde y criada en el campo, tenía una gran compostura. No creía que Ana no estuviera curiosa sobre por qué la había invitado dos veces, y qué quería de ella.

Patricia no entendía cómo Alejandro había decidido casarse con Ana, parecía que no se amaban tanto.

—Señorita Patricia, dígame directamente lo que quiere. —Ana miró la hora y luego levantó la vista para encontrar la mirada de Patricia, que la estudiaba.

Patricia sonrió: —Sé que tú y Alejandro están casados.

Patricia cambió de expresión: —Creo que sientes mucha animosidad hacia mí. Solo estaba charlando contigo de manera casual.

Con esa actitud defensiva, ¡seguro que su matrimonio con Alejandro fue una jugada calculada!

Como ya había imaginado.

Ana bebió un sorbo de agua, esbozando una sonrisa sarcástica: —No recuerdo que tengamos una relación de "charlar casualmente". Tengo cosas que hacer, me voy.

—¡Espera!

—¿Tienes tanta animosidad hacia mí porque temes que Alejandro se divorcie de ti por mí? Desde que hiciste esas dos propuestas a la familia Jiménez, supe que para ti los sentimientos no importan, lo que te importa es el dinero. —Patricia la miró con una expresión aguda, como si estuviera examinando la verdad.

Cuanto más hablaba, más sentía que había descubierto la verdad.

Ana la miró fríamente: —¿Ya terminaste?

—No, ya que hemos llegado hasta aquí, lo diré claramente: Conozco a Alejandro desde hace muchos años, y en ese momento ambos teníamos claro algo: algún día nos casaríamos y nuestra unión fortalecería a nuestras dos familias. Estos últimos años, la verdad es que fui muy caprichosa. Busqué una libertad que solo me llevó a ignorar lo que él pensaba y dejé que enfrentara todo solo. Lo dejé esperándome durante años. Ustedes se casaron por razones que entiendes muy bien. Por eso, quiero que seas tú quien proponga el divorcio con Alejandro. Puedes poner cualquier condición, lo que sea, yo lo aceptaré. —Patricia reveló sus intenciones sin rodeos.